La cabeza de Silva no solo sirve para pensar
La temporada que hizo Martin Odegaard en la Real Sociedad quedará para siempre en el recuerdo. El noruego se metió a los compañeros y aficionados txuri urdin en el bolsillo con su trabajo, calidad, entrega y predisposición a darlo todo en cada partido. Eso nunca se va a olvidar, pero lo cierto es que su regreso al Real Madrid permitió la llegada de David Silva a la entidad guipuzcoana, y lo cierto es que el canario también se ha ganado ya la admiración de la parroquia blanquiazul.
No solo es lo que aporta a nivel futbolístico ya que sobran las palabras para hablar de la 'magia' de este campeón del Mundo, sino lo bien que se ha adaptado en poco tiempo a la Real, a su filosofía, idea de juego y al vestuario. El de Arguineguín tuvo que estar dos semanas sin poder entrenar con el grupo al dar positivo en coronavirus a las pocas horas de llegar a Donostia, pero para entonces Imanol Alguacil tenía claro ya que el jugador no tardaría en entrar en la dinámica del equipo en cuanto superara la infección, ya que estaba siguiendo un programa de entrenamiento individual.
Y así fue. Sus primeros minutos llegaron en la jornada 2 contra el Real Madrid, y desde entonces ha ido a más. En los últimos partidos ha sido de los más destacados de los txuri urdin, y por fin este pasado domingo logró estrenarse como goleador con la elástica de la Real Sociedad. Fue en el partido de la jornada 8 de LaLiga Santander contra el Celta de Vigo en Balaídos, y su gol sirvió para abrir el marcador, que finalmente fue de 1-4.
Lo curioso es que el gol de David Silva fue un rara avis en su manera de ver puerta, ya que lo logró de cabeza. El canario hizo su último gol en LaLiga española un 4 de mayo de 2010 con el Valencia CF. Desde entonces han pasado 10 años, es decir, 125 meses, o lo que es lo mismo, 547 semanas que representan a 3.835 días. Hasta el momento el jugador de la Real ha logrado 26 goles en la Primera División española, y solo tres, contando con el de Vigo, han sido de cabeza. Y es que por suerte para la Real, la cabeza de David Silva sirve para bastante más que para pensar.