Hemos vivido en pocos días dos partidazos en los que la Real ha bordado el fútbol. No pasa nada por reconocerlo y no es pecar de falta de humildad el hablar claramente del alto nivel al que ha rayado el equipo contra dos auténticos trasatlánticos de Europa. En Madrid se tenía que haber amarrado la victoria en la primera parte y contra el Inter el derroche físico pasó factura y el empate final supo casi a derrota. Hace unos años era muy difícil de creer que nos fuéramos a la cama enfadados y amargados tras dos exhibiciones de tal magnitud, pero nuestra nueva realidad es esta y hay que seguir trabajando para no retroceder.
Nos fuimos a la cama de mala uva porque como ya viene ocurriendo temporadas atrás, nos falta rematar los partidos. Nos falta golear cuando el equipo entra en esa racha de juego en que cada acción es peligro inminente de gol. Nos falta decirle al rival en forma de goles que se olvide de cualquier posibilidad de rascar algo, que ni una jugada a balón parado o que una desafortunada intervención del VAR les puede hacer meterse en el partido. Nada de nada. Y para eso, además de no perdonar goles casi hechos hay que esperar que los cambios ayuden a conseguir el objetivo, cosa que no está pasando. No me atrevería a decir aquello de si no vas a sumar al menos no restes, pero casi.
Hoy el Getafe con Bordalás al frente tampoco lo pondrá fácil. Aquí nos conocemos todos y ya sabemos que como llegues al minuto 80 y no vayas por delante en el marcador, se va a jugar a fútbol entre cero y menos uno. Dice Bordalás que la Real hace muchas faltas y que nadie habla sobre ello, lo que ocurre señor entrenador es que además de faltas la Real juega, combina, asiste y marca, y da mucho más que hablar que equipos que en los video resúmenes nada más que aparecen sus jugadores o por el suelo o protestando o en tanganas. ¿Le suena?
Como decía al principio, hemos disfrutado de dos partidos de fútbol gourmet, con mesa y mantel engalanados a más no poder, con cubertería de plata fina y decantador para un vino excepcional. Hemos probado las exquisiteces del menú, el servicio ha sido fantástico y la cantidad ha sido la precisa, pero ha llegado el momento de poner el colofón a la velada y nos hemos quedado con las ganas. Así que hoy, y espero en los próximos partidos, queremos el postre también. ¡Camarerooooo!