El Real Valladolid llegaba al final del año con el agua al cuello. La derrota (2-1) en Albacete hacía mucho daño a unos pucelanos que caían por debajo de la décima plaza. Ya no estaban en la zona alta sino en la media-baja. Tocaba una reacción o Luis César Sampedro sería destituido. Ganar o ganar. Sumar seis puntos o sumar seis puntos. No había otra opción y el Pucela lo consiguió. Las victorias (3-0) ante el Lorca FC y ante el Real Zaragoza (3-2) son el empujón definitivo par un equipo que necesitaba recuperar la confianza y cerrar el año con una sonrisa, por pequeña que fuera.
Así, y sumando los seis puntos, el Real Valladolid suma dos alegrías y el empujón definitivo para que el equipo recupere las señas de identidad del comienzo de temporada. Descansando y volviendo a lo patrones del pasado, las dos victorias con las que se ha cerrado el año serán más importantes en el futuro de lo que ya lo son ahora.