Tras la victoria (3-2) del Real Valladolid ante el Club Atlético Osasuna los de Sergio González viajaban al Estadio Sánchez-Pizjuán para un viaje de confianza y creencia antes de cerrar el año 2020. Sin Joaquín Fernández, los blanquivioleta comenzaba una exigente etapa que les va a enfrentar a Sevilla FC y Fútbol Club Barcelona de forma consecutiva y en apenas cuatro días
Iniciando por el enfrentamiento ante los de Julen Lopetegui, el Real Valladolid tenía una buena oportunidad de crecer en sus exigencias para alargar la buena racha de resultados de las últimas semanas y lo consiguió por sumar un buen punto.
Es cierto que el encuentro estuvo equilibrado en la segunda parte y que el equipo pucelano pasó la fase de superioridad local encajando sólo un gol de penalti pero la realidad habla de un encuentro parejo en errores y debilidades de ambos equipos que se salda con un punto para los pucelanos tras un soberbio gol de Raúl Carnero.
Con muchas ideas en la cabeza, el Real Valladolid saltaba al terreno de juego con la sensación de no saber qué hacer. Dudando entre estar en bloque bajo o no, el Sevilla se iba adueñando del juego, del control y de las ocasiones. Con intentos de salidas pucelanas, el juego blanquivioleta estaba supeditado a la superioridad interior que generaba Suso y, sobre todo, Lucas Ocampos.
Sufriendo ante cualquier movimiento a la espalda de una improvisada defensa, el Sevilla FC se iba haciendo merecedor del primer gol. El dominio local era interrumpido por acciones esporádicos pucelanas que no tenían consistencia. Las fases de superioridad hispalense se iba haciendo más prolongadas y con peor respuesta blanquivioleta.
Así, el inocente penalti cometido por Fede San Emeterio fue lo que provocó el primer tanto hispalense pero a él se llegó por el mal inicio de un Real Valladolid perdido y desdibujado. Todo lo que aprovechó el Sevilla FC para hacerse dueño del partido.
Si ante Osasuna se vio una primera parte de un equipo superado, en el Sánchez-Pizjuán se vio una versión blanquivioleta sin ideas. Desubicado, el Real Valladolid necesitaba la intervención de un Sergio González que, como ante los navarros, no quiso actuar en el descanso. Utilizando, nuevamente, la estrategia de "decirnos cuatro cosas a la cara", el Real Valladolid utilizó dos ventanas de cambios para intentar dar un giro al encuentro.
Inicialmente, con las entradas de Rubén Alcaraz y Jota Filipe y, posteriomente, con Míchel Herrero, Toni Villa y Sergi Guardiola, el Pucela quiso llegar al final del encuentro con fuerza para arañar un punto que no iba siendo merecido con el avance del partido, de igual forma que ocurría con el segundo gol hispalense.
Con intención de ambos por variar el marcador, el área rival se hacía muy compleja para los dos equipos. Pese a una sensación de peligro casi constante al ser un partido con poco fase de control, ni Real Valladolid ni Sevilla FC conseguían rozar el gol salvo por acciones a balón parado. Pequeños detalles y segundos era decisivos. Para no hacer el gol o para evitarlo, incluso para evitar o hacer un penalti.
Era cuestión de pequeñas fracciones que sonrieron al Real Valladolid cuando Raúl Carnero hizo el empate con un gran gol en una segunda jugada tras una saque de esquina. Quedaban pocos minutos para el final y los visitantes hacían buenos los cambios y ese paso al frente que habían dado los suplentes.
Utilizando las variantes del banquillo, el equipo consiguió generar sensación de peligro y ésta se transformó en varias acciones de saque de esquina. Sin acierto para construir, el Pucela supo sacar provecho de una acción a balón parado. Un enorme golpeo del '3' supone un valioso punto en el diluvio de Nervión, aquél que prolonga la buena dinámica de resultados del Real Valladolid.