El Nástic saca máxima rentabilidad a la falta de puntería local
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Nuevo tropiezo en La Romareda. Uno más. El Zaragoza no jugó un buen partido, pero aún así tuvo varias ocasiones de gol que no pudo aprovechar. El equipo estuvo muy atascado y espeso. Volvió a regalar un gol en un saque que esquina y Emaná parecía Maradona. El Zaragoza dice adiós al ascenso. La temporada es un horror se mire por donde se mire.
Raúl Agné había estudiado bien al Nástic y dejaba a Ángel incrustado entre los tres centrales que presentaba en La Romareda. La lección estaba clara y Lanzarote era un alumno aventajado. El catalán sacó su guante para mandar un baló espacio, el canario cogió la moto y en un gran remate batía a Reina en la primera llegada zaragocista. El gol ponía tranquilidad en la grada, aunque no en el equipo, que no leía bien algunas acciones.
Los locales sacaron el calco y volvieron a repetir la misma acción del gol cuatro minutos más tarde. En esa ocasión, el balón lo repelió el poste hacia afuera. El Zaragoza llegaba con peligro y aún dio algún susto más. La más clara una subida de Feltscher –como lateral izquierdo- que no acabó en buen puerto. Todo apuntaba hacia una buena tarde en La Romareda.
Pero nada más lejos de la realidad. El cuadro aragonés no lograba cerrar el choque y poco a poco iba cediendo terreno al Nástic. Emaná era el más activo de los catalanes y llegó a probar a Saja con un disparo cruzado. El camerunés se pegaba con la dupla uruguaya (Marcelo Silva y Cabrera) y salía ganador en la mayoría de las veces. Fue el africano el que fabricó el empate. Delgado puso rúbrica a una buena acción de su compañero y fastidiaba la tarde en el estadio zaragozano.
La apuesta por la velocidad de Ángel era buena, pero insuficiente. Se echaba de menos un mayor dominio del partido por parte del Real Zaragoza y alguna que otra alternativa ofensiva para encontrar más veces y en posiciones más efectivas a Cani y Lanzarote. Pero en esa deriva se agotó la primera parte.
Los de Agné salieron dormidos tras el descanso y Emaná seguía siendo su peor pesadilla. Los tarraconenses tuvieron dos oportunidades de gol en los primeros minutos del segundo acto. Buscaba el Nástic el segundo gol y lo tuvo en sus botas Lobato en otro regalo de Emaná. El Zaragoza suspiraba de alivio y seguía mirando la brújula para encontrar el rumbo.
Las llegadas zaragocistas siempre tenían como protagonista a Ángel. El ariete tinerfeño hizo un jugadón, pero su remate se marchó ligeramente desviado. También lo intentó Edu García, que había salido por Xumetra, pero tampoco conectó un buen remate.
El partido estaba feo. Tanto que solo se despertó el respetable cuando Agné llamó a Samaras para debutar. Cuando el griego esperaba en la banda llegó el segundo gol del Nástic, obra de Suzuki a la salida de un córner. Con ese panorama debutó el gigante heleno.
El Zaragoza buscaba los puntos. Ángel la tuvo, pero se volvió a encontrar con los postes. No era su tarde, porque de serlo se hubiese ido tranquilamente con un hat-trick. En la siguiente acción, a la salida de una falta botada por Fran, Cabrera volvió a estrellar un balón en la madera. Era el tercero.
El atacante griego apenas aportó nada. Algún balón protegido y poco más. El Zaragoza no inquietaba demasiado a pesar de que el Nástic se había echado para atrás para defender Fran probó a Reina en una falta, pero el meta respondió con un paradón y el partido se cerró con una nueva derrota para el Zaragoza en su propia casa.