En plena lucha por el ascenso a la máxima categoría, la afición del Real Zaragoza sigue empeñada en crear un microcosmos de Primera división cada vez que su equipo pisa La Romareda o sus aledaños. Después del ambiente mágico en el derbi aragonés, con recibimiento al equipo incluido, los hinchas blanquillos quisieron demostrar que actos así no van a ser la excepción. Hoy, contra el Almería, el estadio zaragozano ha estado casi a rebosar, y antes del encuentro una masa de cientos de aficionados han vuelto a hacerle pasillo al autobús de los jugadores.
Una vez comenzado el partido, las gradas han latido al ritmo del juego de las conducciones de Guti, de las aperturas a banda de Papu, de las ocasiones de Borja, de los esfuerzos de Alberto Zapater. Una afición que quería que el estadio viviera un ambiente mágico (y no sólo por la imaginación de Eguaras...) y que sus jugadores no dudaran ni un ápice a la hora de lanzarse a tumba abierta a por el triunfo. En la segunda parte los aullidos con los dos goles, la ovación a Papunashvili, el himno coreado al final le han puesto la carne de gallina a más de uno.
Lo mejor de todo es que parece que esto no ha hecho más que empezar... conforme va avanzando la recta final, la afición se muestra más ansiosa de fútbol y zaragocismo.