El Real Zaragoza consiguió la victoria en su primer partido de la temporada. Un encuentro complicado frente a un recién ascendido a la categoría que estuvo marcado en buena medida por lo sucedido más allá del terreno de juego. La afición blanquilla brindó un impresionante recibimiento a su equipo, al que arropó durante todo el partido, dejando imágenes más propias de final de temporada.
Un síntoma inequívoco de que la comunión que se formó entre equipo y afición la pasada temporada sigue muy viva. Algo que se podía intuir tras una campaña de abonados que ha llevado al club a superar los 25.000 socios, cifra récord en LaLiga 1|2|3. Sin embargo, toda expectativa queda superada tras el partido inaugural,en el que se llegaron a rozar los 20.000 aficionados en el coliseo zaragozano, muy por encima de otras ocasiones y con el condicionante de disputarse a mitad de agosto y ante un equipo sin gran atractivo.
Concretamente, La Romareda registró una cifra de 18.433 espectadores el pasado domingo. Una cifra que se sitúa muy por encima de la temporada anterior, la 2017/18 en la que el recién descendido Granada visitó la capital del Ebro en la segunda jornada liguera ante 13.899 espectadores. Un año antes y en la mejor comparación a lo sucedido esta campaña, fue el UCAM el que comenzó la temporada en Zaragoza. En aquella ocasión fueron 14.867 aficionados los que acudieron al campo. De nuevo un recién descendido, el Almería –en un partido que comenzó a las 22.30 horas– abrió la temporada 2015/16 frente a 13.996 espectadores.
La única excepción durante este periodo en Segunda división se produjo en la temporada 2014/15. En aquella ocasión la temporada en La Romareda se abrió con un partido de la máxima rivalidad ante Osasuna que reunió hasta 25.000 aficionados en el coliseo zaragozano. En el otro extremo, la temporada anterior, la 2013/14, en el que el encuentro ante Mirandés apenas atrajo a 8.000 espectadores.
Ejemplo pues, el encuentro frente al Rayo Majadahonda, de la ilusión que mantiene la afición blanquilla ante una temporada en la que espera que, por fin, el objetivo del ascenso sea una realidad.