Miguel Linares ha sido uno de los dos fichajes realizados por el Real Zaragoza en el mercado invernal. Como su compañero de presentación, Chechu Dorado, el de Fuentes de Ebro vuelve a la que fue su casa para vestir la camiseta del primer equipo después de haber tenido ocasión de jugar con el filial blanquillo.
En una entrevista publicada por el club aragonés, Linares reitera la idea que ya mostró en la rueda de prensa de su presentación en el estadio de La Romareda, y es que con su llegada al conjunto blanquillo “se cumple un sueño”. No ha sido fácil, lo confirma el delantero, “de esos sueños que a veces llegas a dudar, pero que siempre tienes”.
El aragonés es aficionado desde pequeño en su localidad natal, como él mismo declara “era parte de una peña zaragocista que había en mi pueblo”. Por eso, vestirse ahora la camiseta del Real Zaragoza a los 36 años de edad y con una larga trayectoria a sus espaldas “es un orgullo”.
Para llegar al equipo aragonés, Linares ha tenido que vivir momentos difíciles en su anterior club, un Reus al que las deudas han condenado a desaparecer, pese a lo cual, el delantero ha tenido que vivir momentos de tensión en una negociación larga y enrevesada, a la espera de conocer el desenlace del equipo catalán “lo hemos pasado mal porque hemos visto que había momentos que se complicaba”.
Una vez superado el trámite, Linares y Dorado comparten, no sólo edad y pasado, sino también el deseo de volver al Real Zaragoza, “venimos con la ilusión de un juvenil”. En el caso del atacante, confiesa que “cuando salté a La Romareda estaba en una nube” y añade, “fue un momento muy especial”.
Y es que el aragonés cuenta con la presión añadida de vivir rodeado de zaragocistas, por lo que es consciente de la responsabilidad que supone vestirse la elástica blanquilla, “no voy a defender un escudo, voy a defender a mis amigos, a mi familia y a mucha gente que quiere este escudo”.