Ganar para despertar de la pesadilla

Como viene siendo habitual, el Real Zaragoza vuelve a encarar un partido que muchos catalogarán de final. E ingredientes para ello hay: el conjunto aragonés está a cuatro puntos del precipicio, juega en casa tras una dura derrota y, sobre todo, recibe a un rival tan directo como traicionero. El Nàstic visita La Romareda medio sentenciado, pensando ya en recibir la extremaunción y con sus jugadores habiéndole pagado el viaje a sus aficionados. Los catalanes sólo han ganado un partido fuera de casa en lo que va de liga y con seis puntos cosechado son los peores visitantes de la categoría.

El Zaragoza está obligado por tanto a ganarle a los catalanes. Pero hay motivos para que no cunda (aún) el pánico. El Extremadura, rival que marca el descenso, perdió ante Osasuna. Y, conocido es por todos, en una final si pierdes estás muerto. Los blanquillos todavía tendrían balas si los catalanes asaltan su feudo. Eso sí, el drama sería de todos los colores. Para que eso no ocurra, Víctor meterá algunos cambios en el once respecto a la debacle de Mallorca, algunos obligados. Ante las bajas en defensa de Dorado y Carlos Nieto, todo apunta a que entrarán Verdasca y Dani Lasure. En el extremo opuesto del campo, Álvaro Vázquez ya está listo para jugar de titular y sustituir tal vez a un desdibujado Pombo. En la medular, podría tener su sitio Raúl Guti.

Mientras, el Nàstic, agarrado aún a un fino hilo de vida, necesita un milagro a orillas del Ebro. En los últimos cinco partidos ha perdido cuatro. Martín Monreal, su entrenador, está en la cuerda floja. La alarma saltó hace ya mucho tiempo en Tarragona, lugar donde se impuso el Zaragoza en la primera vuelta en un partido muy distinto para los dos respecto ahora: ya no está Lucas Alcaraz en la Ciudad Deportiva; mientras, en el Nàstic, hubo muchos cambios de jugadores en el mercado de invierno.