El Real Zaragoza ha tenido ocasión de disfrutar de una semana un tanto extraña. Tras la derrota del último fin de semana ante el Alcorcón, el equipo quedó tocado en lo anímico, amenazado por el descenso. Sin embargo, exento del compromiso frente al Reus, el horizonte se ha clarificado durante los últimos días en los que el cuerpo técnico ha trabajado en recuperar física y anímicamente a la plantilla.
La última sesión de la semana en la Ciudad Deportiva ha estado en la línea del resto, un punto por debajo de la intensidad marcada en las jornadas previas a un partido, como sucederá la próxima, en la que el equipo aragonés se verá las caras con el Córdoba en el Nuevo Arcángel.
En esta ocasión el cuerpo técnico había previsto un partidillo, dividiendo a la plantilla en dos grupos y añadiendo algunas piezas del filial como Junior, Kike Navarro y Sanogo, para cubrir las necesidades del primer equipo, especialmente en defensa, donde se mantienen al margen Dorado, Lasure y en el centro del campo con James.
Un duelo en el que ambos conjuntos han querido mostrar su mejor imagen frente a un Víctor Fernández que no perdía detalle, siempre acompañado por su segundo, Loreto. A la conclusión de la sesión, el equipo guardará dos días de fiesta durante el fin de semana para volver al trabajo el lunes, ya con la mente puesta en el próximo partido y en la necesidad de lograr los puntos en su visita al Córdoba, un rival directo por evitar el descenso de categoría.