Corría el 30 de enero del año 2000 y un jovencísimo José Antonio Reyes con apenas 16 años estaba a punto de saltar al campo. Por aquel entonces, uno de los mejores jugadores que ha tenido el fútbol español no sabía que iba a convertirse en lo que es ahora, una leyenda. Sus primeros cuatro minutos como profesional, con la elástica del Sevilla FC que tantas alegrías y penas le ha dado, los vivió sobre el césped de La Romareda enfrentándose al Real Zaragoza.
Fue en la jornada 22 de competición de Liga, en la campaña 1999/2000. Reyes, tras varios partidos en el filial sevillista, fue llamado para debutar con el primer equipo. Cuando entró al campo en el minuto 86 sustituyendo a Nando, el Sevilla se había puesto 2-1, recortando distancias en el marcador tras haber marcado en propia el segundo tanto zaragocista, y los hispalenses aún soñaban con empatar el duelo.
Aunque no lo consiguieron, Reyes vivió un debut en el fútbol profesional en un campo con solera como el del Real Zaragoza, ante una afición de quitarse el sombrero como la blanquilla y ante unos rivales de lujo como Helguera, Garitano o Paco Jémez, que por aquel entonces vestían la camiseta zaragocista.
Ahora que nos ha dejado, en la memoria de todos los españoles quedan otros momentos mucho más apasionantes de José Antonio Reyes que ese debut, pero ahí, sobre el césped de La Romareda, comenzó a fraguarse una leyenda. Un jugador que era puro talento, cuya pérdida llora todo el fútbol español y parte del extranjero.