El argumento para la implementación del videoarbitraje en el fútbol no fue otro que el de acabar de alguna manera con la injusticia de los errores arbitrales. Sin embargo, lo sucedido en el Carlos Tartiere respondió a lo contrario, un encuentro que quedó condicionado para el Real Zaragoza cuando el colegiado del encuentro, Isidro Díaz de Mera Escuderos se decidió a acudir a revisar la jugada que a la postre supondría el segundo gol del partido para el Real Oviedo.
Una jugada que había pasado prácticamente inadvertida en el transcurso del encuentro, en el que ni tan siquiera el propio delantero carbayón, Alfredo Ortuño, había incidido especialmente en la protesta. Un golpe prácticamente fortuito entre el delantero y el central del Real Zaragoza Pichu Atienza, que obligaba a detener el encuentro a sugerencia del VAR.
Tras unos instantes de deliberación, recaía finalmente la decisión en el árbitro, obligado a acudir a la pantalla para la revisión de la jugada. Después de verla en la televisión, el colegiado decidía: penalti. Una decisión incomprensible que servía para ofrecerle la oportunidad a Ortuño, pichichi de LaLiga SmartBank, de poner el segundo tanto en el casillero del Real Oviedo.
En esta ocasión la decisión del VAR llegó con polémica y lo hizo en contra del Real Zaragoza, al contrario de lo sucedido en jornadas anteriores en las que el videoarbitraje había servido para beneficiar al conjunto aragonés, caso del gol en fuera de juego anulado a la Ponferradina o el penalti que le dio la victoria a los blanquillos ante el Elche. La diferencia, la cuestionable decisión del colegiado, que con o sin vídeo, cuesta de entender.