Podría pensarse que, de alguna manera, el Real Zaragoza está pagando ahora la penitencia de un 2019 en el que ha mostrado dos rostros bien definidos. Lejos queda aquel equipo que logró evitar el descenso y centra ahora sus esfuerzos en tratar de luchar hasta el final por el ascenso. Sin embargo, los Reyes le llegarán con retraso y el botín de tres puntos deberá de lucharlo.
Eso después de la rocambolesca historia que se ha vivido durante la última semana. Un encuentro que tenía que disputarse el pasado viernes día 3 y que finalmente se jugará el martes 7. Apenas cuatro días de aplazamiento en los que el Sporting ha debido de recuperar a una docena de jugadores afectados por la gripe, ha perdido a otros y se ha recorrido por carretera en dos ocasiones el camino entre Gijón y Zaragoza. Una situación de tal surrealismo que haría enorgullecerse al mismísimo Buñuel.
Contratiempos, los que acompañan ahora al conjunto asturiano que fueron similares a los que arrastró el Real Zaragoza en su visita a El Molinón. En aquella ocasión la huella de las ausencias se dejó notar y el Sporting arrasó a los blanquillos por 4-0. Recuerdo reciente que todavía escuece en el vestuario del conjunto aragonés, que tratará de hallar venganza arropado por el público de La Romareda.
Lo harán, los de Víctor Fernández, tras lograr llegar con vida hasta el mes de enero, como solicitó el técnico, el mes de las rebajas y el mercado futbolístico, en el que más pronto que tarde llegarán los refuerzos deseados. Hasta entonces, el Real Zaragoza no puede pensar en otra cosa que no sea la victoria frente al Sporting, y en esta ocasión, lo hará con el once de gala. No hay excusas pues, los Reyes llegan tarde a La Romareda, pero deben de llegar cargados de goles y espectáculo para sumar otros tres puntos que permitan el sueño plácido, al fin, de la afición blanquilla. Y de paso, la escalada del equipo en la clasificación, cada jornada más apretada.