Rara vez se consigue la satisfacción plena. Uno de los grandes problemas de una sociedad infeliz es el deseo permanente de mejorar, de alcanzar nuevos objetivos que dejen atrás lo que ya se ha logrado. Una sensación que se agudiza cuando aparece la comparación, mirándose a los ojos de quien aparece por delante.
Algo así es lo que sucederá en la noche de este martes en el estadio Gran Canaria de Las Palmas. Frente a frente se medirán dos equipos, UD Las Palmas y Real Zaragoza, cuya insatisfacción tiene mucho que ver con el reflejo del equipo que tienen delante. Los canarios, un club potente en lo económico, con una plantilla amplia y variada, miran con recelo al equipo aragonés, de recursos limitados e infinitos contratiempos, pero que a través de la constancia, ha logrado instalarse en la zona más noble de la tabla.
Coinciden, eso sí, en quejarse amargamente de las bajas. Pepe Mel, por cantidad. Una alineación completa que no podrá medirse al Real Zaragoza y que merma notablemente el nivel del equipo amarillo. En el caso de Víctor Fernández el problema es la cotidianidad. Porque algo excepcional, como que Alberto Soro se caiga de la convocatoria a última hora, se ha convertido en esta temporada en una norma para los aragoneses, demasiado acostumbrados a convivir con la desgracia.
Con estos ingredientes saltarán al césped UD Las Palmas y Real Zaragoza. Ya sin excusas, tratarán ambos equipos de dejar atrás el dolor de ansiar lo que no tienen en busca de una gloria que en esta ocasión se viste de tres puntos fundamentales. Tres que bien podrían considerarse más, pues se miden dos equipos destinados a la misma lucha, la del ascenso a LaLiga Santander, a los que el resultado de este martes en el Gran Canaria marcará una profunda senda.