La crisis provocada por el coronavirus ha sido capaz de paralizar por completo la economía española. Sin embargo, poco a poco se trata de retomar la actividad y desde el pasado lunes 13 de abril, tras quince días de paro absoluto, vuelven al trabajo muchas de las actividades consideradas como no esenciales. Y para algunos, la bicicleta será su forma de transporte.
De hecho, desde el Ministerio de Sanidad se recomendó días atrás la posibilidad de hacer de las dos ruedas el método de transporte hasta el lugar de trabajo de los españoles. Tanto es así que se reconoce a la bicicleta como una de las formas más seguras de transporte en estos momentos frente al COVID-19.
Entre las razones que esgrimen los defensores del uso de la bici como método de transporte urbano, se suman la posibilidad de mantener la distancia social, además de evitar el uso del transporte púbico, provocando una descongestión y, la ya habitual reducción de la contaminación, un factor también importante en la transmisión del virus.
La recomendación de Sanidad choca frontalmente con las acciones llevadas a cabo por algunos ayuntamientos, entre ellos el de Zaragoza, que decidieron cerrar su servicio público de bicicletas. Una actitud contraria a la del foco del brote, la ciudad china de Wuhan, en la que se promovió el uso de las dos ruedas, llegando a triplicarse su uso. Ante estas dificultades han surgido iniciativas privadas como las de La Ciclería, céntrico establecimiento zaragozano, que pone al servicio de los trabajadores, y de forma gratuita, su flota de bicicletas como forma de transporte durante el tiempo que dure la cuarentena.
Hay luz al final del tunel