El Real Zaragoza regresa el próximo lunes al estadio de La Rosaleda. Un lugar clásico del fútbol español durante las últimas décadas en el que, posiblemente, el club aragonés firmara el que es el último recuerdo amable hasta la fecha.
Fue el 8 de marzo de 2020. Aquel día el coliseo malacitano presentaba un ambiente de lujo. 22.264 almas se congregaron a las 16.00 horas para recibir al club aragonés con el profundo deseo de regresa a casa con el sabor de la victoria. El Málaga sumaba por entonces cuatro partidos sin perder, tras tres victorias y un empate; para el Real Zaragoza eran seis, suficiente para alzarse a la zona de ascenso directo con cinco puntos de ventaja sobre Almería y Huesca.
Un partido tremendamente complicado que Víctor Fernández resumía de una forma gráfica "había mucho colorido, la gente estaba muy entregada. Han salido como auténticas fieras, ganar aquí tiene un valor incalculable". Y el encuentro se decidió al final, gracias a la fe de Nieto y al talento de Luis Suárez. Todo era alegría, la felicidad de quien sabe que, aunque todavía lejos en el tiempo, tiene el objetivo al alcance de la mano.
Sin embargo nada fue igual después de aquel día. Apenas una semana después el coronavirus se había convertido en una amenaza imparable que obligó a cerrar el país y, por supuesto, también en el mundo del fútbol. El confinamiento le cortó las alas al Real Zaragoza y tras aquella experiencia el equipo se vino abajo.
El fútbol regresó, pero ya no era como antes. A puerta cerrada los blanquillos se mostraron irreconocibles. Pese a jugar la promoción, nada pudieron hacer frente al Elche y aún hoy se arrastra con dolor el recuerdo de todo aquello que pudo ser y no fue.
Si no hemos sido capaces de ganar a los de media tabla para abajo ahora toca los de media tabla para arriba. Al final lo que nos persigue es sacar cuanto antes 50 puntos