Tras algo más de una semana de trabajo de pretemporada, ha llegado la hora de escuchar al que está llamado a ser uno de los grandes referentes del vestuario del Real Zaragoza esta temporada, como es el portero argentino Cristian Álvarez.
El arquero gana peso en el vestuario en ausencia de Zapater, para el que ha tenido un bonito recuerdo, “el momento en el que Zapater me dio el brazalete fue muy emocionante” y añadía que “es importante que haya gente que se siente importante y que vea que su palabra también cuente. Hay gente en la que confío muchísimo. Mi rol es ayudarles a crecer y madurar”.
Además, también habrá cambios en la portería, donde no estará Álvaro Ratón, compañero de Cristian durante toda su andadura en el Real Zaragoza, "en estos años nunca me sentí el dueño del arco. He trabajado para no bajar el listón. La relajación es el peor enemigo del futbolista. Ratón es un profesional extraordinario. No se entiende mi figura sin la de Álvaro. Le tengo un agradecimiento profundo".
El rosarino también ha valorado positivamente el mercado que se está viviendo en las últimas semanas, sobre todo que “es importante que haya llegado gente en propiedad, que da un plus diferente. Y tenemos 23.000 socios. Eso genera que se cocine algo bonito".
Por último, y aunque "he pensado todos estos 7 años en el ascenso. De ese pensamiento no me muevo. Ya tengo una edad, una conciencia. Sé lo que va a significar ascender en esta ciudad. Será algo único para cualquier futbolista del mundo vivirlo. Ahora toca construir un equipo", Cristian Álvarez mira el futuro con cautela, "en el vestuario no se habla de ascenso, sino de que estamos en pretemporada, de los entrenamientos duros, de lo lindo que es el Real Zaragoza, de jugar en La Romareda. Debemos crear una mentalidad fuerte para una temporada que será larga, y más en Segunda".
Respecto a su futuro, "¿38 años? Soy joven todavía. Estoy en el Real Zaragoza desde hace 7 años intentando devolverle al lugar de privilegio donde siempre estuvo. No me lo imagino como el final, sino como el principio de un regreso a Primera, también a nivel personal" y habla como un zaragocista más, "no pienso en el final. Cada año que pasa tengo más arraigo con la ciudad y me siento más identificado con el club. Quiero disfrutar del fútbol, de las victorias, de estar en comunión con la afición. Lo disfruto con más conciencia y alegría".
No entiendo cuando hay aficionados que en la presentación de un jugador le piden que se bese el escudo. Me parece una falta de respeto al emblema y a la persona. Ese gesto tiene que salir del corazón. Del corazón de un zaragocista de toda la vida, como Alberto Zapater, o de alguien como Cristian Álvarez que, viniendo de fuera, lleva siete años ganándose el cariño del zaragocismo e impregnándose de lo que ese sentimiento significa. Muy pocos son capaces de conseguir esa comunión con la afición.