Tras un precipitado debut de la nueva etapa de Víctor Fernández en el banquillo del Real Zaragoza ante el Espanyol ―apenas tuvo unos pocos días para preparar el encuentro―, el elenco aragonés encaraba hoy su segundo partido. Lo hacía en lo que ha sido un duelo de urgencia con la amenaza de los puestos de descenso en el horizonte para ambos conjuntos. Los visitantes afrontaban este choque con bajas muy importantes pero con la esperanza de poder vislumbrar un mejor juego como se podía creer tras el segundo acto ante el conjunto catalán el domingo pasado.
Lejos de dar continuidad a lo visto en los segundos 45 minutos, el Real Zaragoza pareció dar un paso atrás. El cuadro zaragocista intentó dominar el choque a través de la pelota pero fue poco efectivo con ella. De hecho, rara vez consiguió llevarla a buen puerto para conseguir crear peligro. Prueba de ello fue que la mejor ocasión de los visitantes en la primera mitad vino ―sorprendentemente visto lo visto este año― a balón parado con un remate que no pudo conectar de manera certera Jair Amador. Por su parte, los locales gozaron de tres buenas oportunidades en las que pudieron adelantarse, pero no supieron materializarlas.
A pesar de estar lejos de lo esperado, el juego del Real Zaragoza mejoró, aunque tan solo fuera por el volumen de llegadas. Lo hizo a través de Adrián Liso, el canterano zaragocista, que lo intentó una y otra vez durante todo el encuentro, pero estuvo más acertado en la segunda mitad y tuvo alguna combinación interesante con Maikel Mesa, quien también mejoró y aportó peligro con sus llegadas y gozó de alguna ocasión interesante.
El equipo notó una ligera mejoría con los cambios e intentó llevarse el partido con más corazón y ganas que acierto. Los aragoneses suman así un nuevo encuentro que demuestra que siguen sin encontrarse y hace más grande una larga lista de partidos sin ganar fuera de casa y ya van 12, desde el 5 de octubre ante el Andorra.