"Si consigues volver a caminar con tu hijo por el jardín, date por satisfecho", le dijeron los médicos de Inglaterra a Santi Cazorla, que vive en un auténtico calvario. Futbolista del Arsenal, lleva tres años lesionado, acumula ocho intervenciones quirúrgicas y tiene que llevar un injerto de su brazo donde lleva tatuado el nombre de su hija en su tobillo.
Cazorla ha sido uno de los grandes futbolistas que ha tenido el Decano a lo largo de su historia. En un partido en 2013 con la Selección española se lesionó del tobillo y desde entonces ha arrastrado numerosas dolencias.
"Seguía jugando, me decían que estaba bien. El problema es que no cicatrizaba y las heridas volvían a abrirse, se infectaban", dice el mago asturiano cuando estaba en medio de lo peor de su lesión. Y es que se había comido ocho centímetros del talón de Aquiles y del hueso calcáneo, según ha reconocido el propio jugador en el diario Marca.
Hace apenas un mes estuvo corriendo en el césped del Helmántico. Su hermano, al verlo, lloró.
Ahora ya bastante recuperado, Cazorla pretende volver a jugar en el Arsenal a partir del próximo mes de enero. Aún no ha tocado un balón pero "tiene mono". Su futuro está en sus pies.