Harto; hartito. ¡Qué frito me tienen, con el manido, archiconocido y mal llamado 'Milagro Eibar'! Lo siento pero difiero, no lo comparto… no me encontrarán en esa onda.
Entendemos por milagro aquella esperanza que tenemos, incluso con poca fe, que ocurra una vez en la vida (si es que acaba pasando)… Bien, pues ya van unas cuantas. En el fútbol español reciente, al menos cuatro equipos han transitado por ese mismo camino: Eibar, Leganés, Girona o Huesca. Cierto es que todos ellos con sus matices, ideas o proyectos, pero todos han arribado a su particular Ítaca. Por compararlo a otros deportes, me recuerda a las metas volantes del ciclismo o a una de esas carreras nocturnas por la montaña, entre el running, la aventura y la orientación, donde todos los participantes deben pasar por unos puntos intermedios obligatoriamente antes de llegar a meta, aunque entre medio, allá cada cual con su habilidad e instinto.
Lo dicho, ya van cuatro… pero lo siguen llamando milagro. Me parece casi una ofensa.
Además, en el caso de varios de ellos invierten sus esfuerzos en que ese paso (efímero o duradero) por la élite repercuta en patrimonio e infraestructuras para el club, así como impacto para el entorno. Inteligente y agradecida medida.
Asistí el pasado invierno a una charla de Fran Garagarza, director deportivo armero, ávido de encontrar al coleccionista de éxitos y ascensos, al ilusionista venido del norte, el “hombre milagro”… el que multiplica los peces y los panes. Afortunadamente, nada de eso. Clase magistral, volví fascinado.
Llámenle idea, plan, estrategia, proyecto, modelo, método… (vaya, todo lo que conlleve rigor y trabajo) y ahí sí seré un ferviente defensor de dicho argumento. Se lo compro. Lo que me pidan, pago.
Una de las peculiaridades de la SD Eibar es la visión de los “jugadores fidelizados”, algo así como los cedidos para el resto de los equipos mortales. Me encanta el romanticismo que destila la palabra “fidelizar” (sospecho que no es casual tampoco la terminología), pues suena mucho a algo en lo que crees y quieres, a conceptos cercanos como la amistad o el amor, a ser fiel, algo que sientes tuyo, que cuidas, que crece dentro de ti… que es casi eterno. Misticidad en estado puro (love is in the air).
No obstante, se avista también ese riesgo necesariamente asumible de indagar en segmentos de futbolistas menos llamativos, donde el margen de error es mucho mayor, pues es más largo el camino que les separa de la élite.
Desde la captación de jugadores a los cuales por edad o proyección el filial se ha quedado pequeño, a trazar proyectos individuales de crecimiento deportivo hasta llegar al primer equipo, o al seguimiento que se les realiza durante todo el año. Nada queda al azar. Tampoco es casualidad que todos los fidelizados que competían en otros equipos en Segunda División en la 2017/18 (Elguezábal y Milla en Soria, Mesa y Calavera en Gijón y Hervías en Valladolid) jugaran promoción de ascenso y todos ellos estuvieran en un radio de tres horas en coche de Eibar. Hay que estar cerca.
Lluís Codina, (profeta en su tierra –la de adopción), docente él fuera de los terrenos de juego sigue por tierra, mar y aire las evoluciones de cada uno de ellos. Cual profesor evaluando de forma permanente las competencias adquiridas del alumno, asiste a partidos en directo del fin de semana, los graba y revisa con el jugador, mantiene contacto telefónico, un hilo directo casi cotidiano… cualquier detalle, no sólo los que se observan en los partidos, sino incluso el aspecto psicológico o el manejo de las emociones. Todo lo que afecte al crecimiento y rendimiento deportivo final (lo dicho, curioso milagro).
Antaño, un mercado de segunda resultaba óptimo para captar jugadores. Actualmente, los ingresos por televisión, históricos que militan en la división de plata, con jugadores blindados de sueldos y cláusulas prohibitivas lo dificultan… he aquí la importancia que cobran los fidelizados. Son quienes dan valor añadido, soluciones y competitividad a bajo coste en un mercado convulso y al alza. Así, tres de ellos el pasado curso (Calavera, Hervías y Pere Milla) forman parte ya de la primera plantilla esta temporada. ¿Casualidad o causalidad? Es igual, le seguirán llamando milagro.
Así pues, inmersos en la competición seguiremos arrancando hojas del calendario, se irán los fríos, el sol tomará protagonismo de nuevo, llegará el mes de mayo… y con ello, será de obligado menester revisar la clasificación y su implacable veredicto. Y aunque sólo sea por estadística (sólo descienden el 13% de los clubes participantes) probablemente se vuelvan a salvar. Y, mucha gente (entendidos o ignorantes, aunque todos ellos con una pizca de envidia) seguirán sin entender que existe otro know how, otra manera de proceder tanto dentro como fuera del campo…
Mientras tanto, en Ipurua Kalea se frotan las manos, pues ellos ya descubrieron que another football is possible.
Aún así, algunos lo seguirán llamando “milagro”…
¡Pobrecitos! Allá ellos.