Hermanos almerienses

Se trata de la penúltima final de la temporada. De la última liguera. Del partido que va a marcar de forma más decisiva la valoración que se haga de la misma desde el club. Del choque que va a marcar decisivamente el presupuesto de la próxima temporada y por ende, la capacidad de maniobra a la hora de fichar de un Sevilla que quiere seguir codeándose entre los grandes de Europa. No ganar en Almería sería algo más que una tragedia deportiva. Significaría un rejonazo a nivel futbolístico, económico, social y anímico… porque no olvidemos que la Final de la Copa del Rey está ahí, a la vuelta de esquina.  

En todo caso, la derrota parece una quimera. Entre lesionados, jugadores que evitarán jugar para no ser sancionados, relajados y amigos de la causa sevillista, no parece probable que Lillo ponga enfrente un equipo capaz de  triturar las ilusiones sevillistas. La semana ha estado plagada de rumores en torno a la amistad del presidente Alfonso García con Del Nido, de la proximidad de Monchi al club almeriense tras su frustrado fichaje por dicha entidad o del pasado rojiblanco de Negredo y sevillista de Esteban… pues todo ello sólo ha servido para intranquilizar a los más pesimistas, convencidos ahora de que el Almería saldrá muerte, y para reforzar la opinión de los más optimistas, seguros de que el partido será una pachanga.  
¿Y qué dice Álvarez? Como es lógico, no le gusta nada todo esto. El de Marchena ha dejado claro a su plantilla que no hay otra que ganar, y para ello ha citado incluso a Luis Fabiano a pesar de sus problemas físicos. Su concurso dependerá del desarrollo del partido. Los verdaderos problemas están atrás. Cala, que apunta en principio a central, también puede jugar de lateral izquierdo, posición que podría ocupar el debutante Luna, jugador del filial que cuenta con la confianza de Tejada en el segundo equipo. Los demás, los mejores disponibles… ellos se bastan y se sobran para pulverizar al vacacional al Almería. Y si no, a mirar a Mallorca.