El equipo nervionense, por ejemplo, tuvo una absoluta superioridad en la posesión de la pelota, 74% por 26%. Contabilizó 17 remates, siete más que el rival, al que además triplicó en pases (621 por 254), pero la realidad fue que el partido se jugó a lo que quiso el Mallorca de Manzano, que se defendió bien y aprovechó sus ocasiones en ataque.
Un síntoma de la 'trampa' en la que cayó el Sevilla es que, en remates a puerta, los dos equipos igualaron. Diferentes fórmulas para hacer el mismo daño, pero es que ni siquiera eso, porque cuando llegó el equipo bermellón creó más peligro, y si no llegó algún tanto más fue por Beto.
Tiene que trabajar Emery, porque el juego del Sevilla fue plano, muy plano.