Frenazo y frenado

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha caído ante el Atlético de Madrid y ha perdido una oportunidad capital para intentar engancharse de verdad a la pelea por Europa, cada vez más quimérica, si bien la octava plaza sigue a tres puntos. Ante los colchoneros, con un planteamiento más defensivo que productivo, el equipo nervionense no creó el suficiente peligro como para de verdad poner en complicaciones reales al Atlético. Para colmo, el árbitro volvió a perjudicar al equipo nervionense, validando un gol que debió ser anulado en su origen por mano de Mario, escamoteando un penalti a Cala y por no expulsar a Diego Costa, simulador nato.

Realmente, en el encuentro hubo poco fútbol en sí. El Atlético, bastante reservón, no lo quiso poner. El Sevilla no supo. El sistema que dispuso Emery, con tres centrales, iba encaminado a convertir el encuentro en un reto, aminorar errores. Apostar al que menos cometiera. Al final, el Sevilla no cometió tantos, el Atlético en defensa casi ninguno. Tuvo que acudir el árbitro para responsabilizarse y conceder un gol ilegal.

Prácticamente, eran acciones aisladas las únicas que podían decantar el encuentro. El Sevilla apenas creó peligro verdadero, salvo un par de acciones aisladas y remates ya postreros de Negredo. El Atlético, salvo alguna acción de inicio, tampoco inquietó a Beto. El conjunto colchonero buscaba las contras como medio de vida, pero plantó su dos líneas de cuatro en el Sánchez Pizjuán, muy atrás, y espero a los de Emery. Y los de Emery intentaban llegar al área contraria, pero sin suerte.
Quiso el técnico vasco que la acumulación de jugadores fuera más en la retaguardia para evitar sucesos como los de la semifinal de Copa, con Falcao y Diego Costa, que en ataque, y por ahí se le fue la creatividad. La creatividad de Navas, rodeado y en inferioridad siempre, la de Reyes, muy atrás buscando una pelota que no llegaba, y la de Rakitic, también romo. Negredo, arriba, apenas disfrutó de balones.
El partido pues, fue de poco fútbol, a eso quisieron jugar ambos. Y de mucha tensión. Faltas, interrupciones, tánganas... Y ahí también apareció un lamentable, lamentable por actitud, Diego Costa.
La mano de Mario fue flagrante, delante de González González. Pero igual o tan flagrante fue la actitud del brasileño y el error del colegiado al no expulsar a Diego Costa por fingir una agresión en una acción con Cala. Habría sido la segunda y se habría ido a la calle. Antes, además, no pitó el trencilla un penalti por agarrón del Cebolla a Cala.
Fueron precedentes del error ya comentado en el gol. En el que además del colegiado se equivocó Maduro (suplió a Botía, con amarilla), que dejó a su aire a Falcao en el área. Grave error, y tanto.
Con el 0-1, el Sevilla se fue arriba un poco a la desesperada, pero sin ideas. Solo balones arriba, sin claridad, y a pesar de todo alguna oportunidad más tuvo el Sevilla, sobre todo en dos remates de cabeza de Negredo y una falta al larguero de Rakitic. Pero sin demasiada claridad. Como poco claro está el futuro europeo del conjunto nervionense. La séptima plaza, a seis puntos, está harto complicada. La octava, a tres puntos, y a expensas a decisión del TAS sobre el Málaga, está accesible, pero para un equipo regular. El Sevilla no lo es y encima los errores arbitrales va en contra últimamente. Tendrá difícil lograr ese objetivo a falta ya de seis encuentros.