Porque realmente el dirigente nervionense, además de su undécimo año al frente del club, tiene poco que celebrar esta temporada. El equipo está venido a menos deportivamente, los intentos de reflotar el equipo tras los años dorados no fructifican, este curso tampoco, y además la entidad está sumida en unas urgencias económicas que van a cambiar la fisonomía del plantel de aquí a pocas semanas.
Personalmente, además, sigue enfrascado en un recurso tras su condena de siete años y medio por el 'caso Minutas'. No, sin duda no es su mejor aniversario.
Porque tampoco está en su mejor momento con la afición. La relación se ha erosionado en la última campaña, primero con un sector del gol norte, y en el último partido en casa además tuvo que pedir disculpas por acallar las críticas con música de alto volumen. El Ramón Sánchez Pizjuán, el próximo sábado, no estará precisamente a sus pies y algunos sectores en las redes sociales incluso claman, más como retahíla que como protesta real, por su marcha.
Pero en cualquier caso José María del Nido sigue al frente de la entidad blanquirroja y con pulso firme. Ha anunciado su intención de continuar al frente del club muchos años más aunque sus mensajes ya no son de tanta ambición. Son más mesurados y rebajados en cuanto a los objetivos se refiere. Sabe, además, que su equipo no es tan poderoso como antaño. Eso sí, saca la virulencia en determinados asuntos, como en la desigualdad del reparto televisivo o, últimamente, en los casos de la cantera y los clubes grandes.
El caso es que José María del Nido ha cumplido este lunes 11 años al frente del Sevilla y es uno de sus aniversarios más tristes y grises, donde poco hay que celebrar y mucho que corregir.
Su futuro, y por tanto del Sevilla, está pendiente de su situación particular. Si se lo permite la justicia, y teniendo en cuenta su poder accionarial y sus intenciones como presidente, tendrá muchos años por delante para seguir viviendo aniversarios de aquel 27 de mayo, de todos los tipos y colores.