Con un equipo configurado por un austero presupuesto y con la humidad de un club acostumbrado a otras latitudes inferiores en su historia reciente, el Friburgo estuvo luchando hasta la última jornada de la temporada pasada por clasificarse para la Liga de Campeones, algo impensable para los moradores del Badenova-Satadion, quedando finalmente en una quinta posición que le otorgaba muy merecidamente disputar la Liga Europa.
Aquel equipo de hace apenas unos meses destacaba por funcionar como un auténtico bloque, por saber perfectamente a lo que jugaba y cómo debía hacerlo, un grupo de jugadores ávidos de dar un salto cualitativo en sus carreras que aprendieron a funcionar como un colectivo y así, sin estrellas deslumbrantes, dieron la campanada en una de las mejores ligas del planeta.
El escaso poderío económico de este club de la Selva Negra y la atractiva campaña realizada por sus jugadores, propiciaron que este verano muchos de sus futbolistas destacados ficharan por conjuntos más potentes de la Bundesliga, pero por menos dinero del que realmente podrían haber recaudado si la negociación se hubiera hecho entre iguales. Lo peor de todo es que los que han venido, al menos hasta la fecha, no alcanza el nivel de los que se han marchado. Bajas como Cissé (éste fichado por el Newcastle en el mercado invernal del año pasado), Flum, Kruse, Makiada, Caligiuri o Rosenthal están siendo demasiado lastre como para engranar de nuevo el equilibrio y competitividad del equipo. Nota esta deficiencia fundamentalmente en su línea de mediocampo, la parcela más relevante del equipo la temporada pasada y en la que se sustentaba el resto del conjunto.
Este año el Friburgo sigue pretendiendo desempeñarse sin abusar del juego directo, intentando una transición lo más elaborada posible, con rigor táctico y sin olvidarse de hacer daño arriba apoyándose en la buena capacidad asociativa de sus jugadores más adelantados, pero no alcanza por ahora el nivel del año pasado en ninguno de estos aspectos del juego.
Este curso las cosas no han empezado bien para el conjunto germano, situado penúltimo tras siete jornadas disputadas y sin conocer todavía la victoria. De las figuras relevantes que han continuado este año en las filas del Friburgo, destacamos al joven portero Baumann que guarda muy buenas condiciones a las que únicamente les faltan regularidad a la hora de ser mostradas; su mejor centrocampista el capitán Julian Schuster que explotó definitivamente el año pasado y se consolidó como un baluarte altamente recomendable en la medular; el peligroso interior diestro francés Schmid que aporta movilidad y llegada, así como los defensores Sorg y Diagné que a pesar de su descenso de nivel en relación al año anterior son importantes en la retaguardia del equipo. Se han apuntado a este curso promesas canteranas (la del Friburgo es una de las grandes canteras de Alemania), teniendo al atacante zurdo internacional sub 19, Sebastian Kerk, como uno de sus mejores ejemplos.
El equipo se ha reforzado este verano con la llegada de dos centrocampistas que debieran ser determinantes: el defensivo Gelson Fernandes, internacional por Suiza con experiencia en la liga inglesa, italiana y portuguesa; y un producto de la prolífica cantera del Arsenal, el francés Coquelin que ya ha tenido partidos con el primer equipo gunner y parece que está ante una de sus últimas oportunidades para hacer una buena campaña y volver definitivamente al club londinense.
En la misma línea se ha hecho con los servicios del muy interesante Darida, medio ofensivo checo procedente del Viktoria Plzen que está pendiente de recuperarse de problemas físicos y que ha supuesto la mayor inversión del club. Arriba la baja del extremo Pilar, ex-Wolfsburgo, supone un condicionante para su vanguardia, siendo hasta la fecha el experimentado alemán Hanke y el macedonio-suizo Mehmedi la pareja que puedan utilizar en ataque, siendo lógico que jugando como visitantes en Nervión tan sólo situaran al primero en punta.
El Sevilla FC es claro favorito para el partido, sobra decir que con un equipo de la Bundesliga no cabe ni un ápice de confianza y el Friburgo está capacitado para dar un susto en cualquier campo, pero lo cierto es que no debe tener problemas para imponerse a un equipo inferior y, además, en horas bajas.