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Emery lo desangró y Beto lo mató

Álvaro Ramírez IIINoche negra del Sevilla. Repleta de errores, fallos y hasta de mala fortuna. Los fallos, de Emery, por su planteamiento y los jugadores elegidos para llevarlo a cabo; y de Beto, falto de concentración durante todo el partido y protagonista de un error que le costó el gol de la derrota al equipo nervionense. Y el cenizo, en menor medida, por un palo por el que quejarse y dos lesiones de las que lamentarse. Se equivocó Emery, se equivocó Beto, y todo el Sevilla dejó de acertar. 

El Sevilla estuvo blando en la presión, de niños, de mentira; estuvo errático en el pase, sin profundidad, sin combinación, sin dinamismo; no tuvo ideas en el ataque; no tuvo ni aguante físico, se lesionaron Bacca y Gameiro; no encontró jugadores resolutivos dentro del campo, porque desaparecido Rakitic nadie se echó el equipo a la espalda; y tampoco encontró soluciones desde el banquillo, no solo de Emery, sino de los futbolistas, que pocas veces cambian el rumbo de un encuentro.

Crónica on-line
Árbitro
Martínez Munuera. Amarillas M'Bia (28'), Diogo (44'), Toni (92').
Formaciones
Sevilla FC: Beto; Diogo, Carriço, Pareja, Alberto Moreno; Jairo (Perotti, m. 58), M'Bia (Trochowski, m. 72), Rakitic, Vitolo, Gameiro  y Bacca (Cristóforo, m. 46). 
RC Celta: Yoel; Mallo, Cabral, Fontás, Tony; Oubiña, Álex López (Orellana, m. 82); Augusto, Nolito (Vila, m. 92), Santi Mina (Rafinha, m. 64); Charles.
Goles
0-1, m. 46: Álex López.
Incidencias
Ramón Sánchez Pizjuán. Unos 27.000 espectadores.

El Sevilla, como ya es costumbre, volvió a plantear el partido al intercambio de golpes, al ojo por ojo, al ataque. Pero ante el Celta no contó con los argumentos suficientes para que ese planteamiento resultara fructífero en la primera parte. Para empezar, la presión arriba era realmente blanda, insultantemente pusilánime. El resultado, era de esperar, fue que para robar una pelota casi había que esperar un cataclismo en las filas del Celta, que tendrá muchos defectos, pero toca la pelota bien. Solo robaba el Sevilla cuando el Celta la arriesgaba, es decir, casi al lado de Beto, por lo que esos robos eran de todo menos peligroso. 
Más allá de la presión, el Sevilla tuvo otro problema capital ante el equipo gallego, desde el arranque. El centro del campo. Ante el Celta lo tuvo perdido casi por completo. Rakitic casi no tenía la pelota y M'Bia fue un auténtico caos, anárquico, más que ser un jugador que juntara líneas (una de las funciones de los centrocampistas), las separaba. O se quedaba anclado arriba en la presión o se quedaba atrás sirviendo en bandeja la laguna del mediocampo a los rivales. Siempre tomó las decisiones equivocadas. Y para colmo estuvo fatal en la entrega y vio una amarilla, provocada por su mal posicionamiento, que lo condicionó el resto del encuentro. Al mal tono del camerunés se unieron, por cierto, otros muchos, como Jairo, Diogo...
Y Beto. Merece capítulo aparte. Estuvo nervioso, concedió en la primera parte dos despejes que no aprovecharon los celtiñas y cometió una falta absurda sobre Agusto que casi le cuesta un penalti. El nerviosismo del meta luso alcanzó ya su summum nada más comenzar la segunda mitad, cuando en una alarmante falta de concentración regaló una pelota en la frontal del área a Nolito y por tanto un gol facilón para el delantero del Celta.
El tanto coronó el mal encuentro del Sevilla, algo que ya quiso corregir previamente Emery en el descanso retirando a un tocado Bacca por Cristóforo, adelantando a Rakitic hasta la mediapunta. La intención, evidentemente, era recuperar el control de un partido que estaba totalmente perdido, y con el marcador en contra tras la negligente acción de Beto.
Pero prácticamente no tuvo opciones el Sevilla. Porque cuando se fue arriba tampoco tuvo las ideas claras, porque desde el banquillo los jugadores que salieron no aportaron nada ni cambiaron el rumbo y porque, para colmo, Gameiro se lesionó en pleno acoso y derribo al conjunto celtiña.
A partir de ahí ya no hubo Sevilla, se supo batido y hasta bajó los brazos por momentos. Se supo batido e impotente aunque tristemente se vio impotente desde el inicio del encuentro.
El equipo nervionense se vuelve a meter en problemas. Por el planteamiento del partido por parte del entrenador, sí, pero también por parte de los jugadores que dentro del campo anduvieron obtusos, sin concentración y siendo, más que soluciones, obstáculos.

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