Primero se lo quitan y luego se lo deja

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha perdido ante el Barcelona, como casi siempre. Y el árbitro ha influido activamente a favor del Barcelona, como casi siempre. Tiene mucho que reprocharle el equipo hispalense a Teixeira Vitienes, que validó un gol a todas luces ilegal cuando el Sevilla ganaba y dejó sin expulsar a Song. Pero también debe reprocharse mucho a sí mismo, a su capacidad realizadora. Porque pese a todo, pese a la goleada, pese al árbitro, el conjunto nervionense generó mucho más fútbol que el que dictó el resultado, que evidencia que el equipo sevillista tiene un grave problema en la materialización. Falló hasta cuatro ocasiones clamorosas. Messi, claro está, no. 

Cabe analizar varios aspectos del partido, o varios partidos en uno. El primero, el de la primera media hora, arroja un buen Sevilla, un notable Sevilla. Un Sevilla que presionó y puso contra las cuerdas al Barcelona. Un Sevilla que se adelantó en el marcador tras una gran combinación, que debió incluso meter alguno más (Bacca al palo, Rakitic desviado), que se posicionó de tal forma que evitó las vías de penetración del equipo culé, que tuvo en Carriço e Iborra dos muros que no pudo superar ni Messi, y dos flancos más débiles defensivamente que al menos amortiguaron sus deficiencias. Todo iba bien, todo funcionaba para el Sevilla hasta que apareció Teixeira Vitienes para validar un gol de Alexis en clamoroso fuera de juego. Poco después, además, Song tocó con la mano una pelota y el colegiado no le mostró la segunda amarilla. Dos decisiones de Teixeira que cambiaron el desarrollo del duelo y dieron paso a un segundo encuentro.

En ese segundo partido el Sevilla también mantuvo el tipo, o lo intentó. El empate tocó el ánimo local, y más aún un segundo gol, de Messi en una contra en la que se precipitó Diogo Figueiras. Pero a pesar de todo, al final de la primera mitad y al comienzo de la segunda, el equipo hispalense dio la cara. Siguió creando fútbol, generando ocasiones. La tuvo Vitolo, clarísima; la tuvo Gameiro, clamorosa; la tuvo de nuevo Gameiro, otra vez clarísima; y Cheryshev, cuando salió, y Fazio y casi cualquiera que pisaba el área culé.
Falló hasta la saciedad el Sevilla, en unos minutos que casi recordaron al encuentro ante el Levente, porque el equipo local generaba y generaba y no materializaba. Y estaba claro. Con esa tónica el conjunto hispalense estaba condenado al fracaso, a la derrota.
Y apareció un tercer análisis del choque, de la manija de Messi. El argentino, que ya clavó el 1-2, volvió a aparecer para sacarse en un metro cuadrado un magnífico control y una magnífica definición, de las que van dentro, de las que echó en falta el Sevilla, y decantar el encuentro. Con el 1-3, y a pesar de algunas intentonas más por parte local, el choque ya parecía definido. El choque estaba ya donde quería el Barcelona, que empezó a tocar y tocar, a dormir el encuentro esperando alguna contra que rematara el partido. Lo hizo el Barça, que reclamó un más que posible penalti de Fazio y que acabó matando por medio de Cesc de nuevo, y el encuentro se cerró con la goleada del Barcelona.
Del encuentro, de esos tres partidos en uno, al margen de Teixeira, cabe destacar un buen trabajo de Carriço e Iborra, el habitual despliegue de Rakitic y el sentido de Bacca en su juego. Pero también deja las lagunas de los laterales, sobre todo Diogo ante el Barça (la marca de Alexis en fuera de juego es suya, como la salida alocada en el 1-2). Y deja las dudas, enormes dudas, que desprende siempre Beto en cada partido que juega. Le marcan todo lo marcable, salva poco y además comete errores con los pies (la falta que da lugar al 1-1 viene por un mal despeje suyo).
Deja esos errores atrás y adelante. Porque Gameiro debe marcar a la de ya. La mayor inversión del verano no puede estar dos meses sin marcar, y no puede estarlo además cuando ha tenido multitud de ocasiones, en este encuentro y en los anteriores.
Quizás demasiados fallos, propios y ajenos, como para aspirar a hacerle daño al todopoderoso Barcelona y al 'todoayudado' Barça. Eso sí, debe corregirlos para intentar al menos pelear y ganar los encuentros ante los iguales o los inferiores. Falla atrás y falla adelante. Mala tendencia que están obligados a invertir Emery y los suyos.