No puede decirse que Unai Emery esté en la cuerda floja. Más allá del mal rendimiento del equipo y ciertas decisiones erróneas del técnico en este inicio de temporada que en nada han ayudado para que haya una mejoría, cambios incluidos, la realidad es que el crédito del entrenador del Sevilla es alto. El debate existe, eso es indudable, pero los dos últimos títulos europeos y la mejor temporada en Liga en cuanto a puntos del club respaldan al preparador sevillista. Eso sí, la confianza no es ilimitada, mucho menos en un banquillo de fútbol. Por eso, el encuentro de este domingo ante el Valencia se antoja clave para Emery, pues son ya muchos los cuchillos que apuntan a un entrenador que, a pesar de sus éxitos, nunca ha contado con el beneplácito de la totalidad de la afición y del entorno.
Curiosamente, la historia se repite para el vasco precisamente en la jornada 13. Y es que hace dos temporadas, el entrenador del Sevilla se jugaba gran parte de su futuro en esta misma fecha. El cuadro nervionense venía de dos derrotas consecutivas en Liga, ante el Real Madrid (7-3) y el Celta de Vigo (0-1). Los sevillistas llegaban muy tocados a Cornellá para enfrentarse al Espanyol. Lo cierto es que el optimismo brillaba por su ausencia, pues el Sevilla era decimotercero, con trece puntos (dos menos que los que tiene ahora mismo) y llevaba más de un año sin ganar fuera de casa. Finalmente, los blanquirrojos vencieron 1-3, con goles de Fazio, Vitolo y Bacca, en un partido que a partir de entonces experimentó una notable mejoría.
Antes de medirse al Espanyol aquella temporada, el Sevilla estaba a cinco puntos de Europa y a siete de la Liga de Campeones. Al final, acabó quinto, peleando hasta el final con el Athletic Club por un puesto en la Champions.