La final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Sevilla fue una auténtica fiesta del fútbol. Los aficionados españoles disfrutaron de lo lindo pegados al televisor, hasta el punto que según informa la RFEF, más de 10 millones de personas sintonizaron en algún momento de la noche el choque, e incluso la cifra ascendió a 10.4 millones, un 53,8 por ciento de cuota de pantalla, en la prórroga.
El tiempo reglamentario logró un share del 49,8 por ciento. Unos datos que hacen que la final de este 2016 sea la segunda más vista en los últimos 11 años, sólo superada por el Barça-Madrid de 2014 en Mestalla, que alcanzó un pico de share de más de 11 millones de espectadores. La buena labor del Sevilla no pasó desapercibida sin duda.
El del Cerro de Aguila, que eso parecía el arbitro, se quedó con las ganas de regalarle la copa a Sevilla,un equipo de gladiadores donde el guión manda repartirse las faltas y que no se note tanto la reiteración, Iborra recibe la primera amarilla con la falta 17, Rami, parecido y así la mayoría de tarjetas, al Sevilla, este amigo no le saca la roja en la primera parte ni loco. Luego para que no se criticase su imparcialidad al final empieza a sacar tarjetas a los Sevillistas.