Dice la geología que una falla es una ruptura (rocosa) debido a un esfuerzo que además provoca un desplazamiento de las placas, de los bloques. La falla es más que una grieta, es más que una fisura, es más que un simple movimiento. Y dice la temporada del Sevilla que se están produciendo alteraciones en el proyecto de esta temporada, que hay continuos movimientos forzados, fracturas, que provocan ese desplazamiento, esa separación del bloque y la línea que había tenido al club nervionense en lo más alto las últimas temporadas.
El proyecto sevillista de este curso, el primero de José Castro, presidente, sin Monchi, el primero de Óscar Arias, director deportivo, como cabeza pensante, ya había evidenciado en la primera parte de la temporada que tenía grietas, grietas en la planificación, grietas en las decisiones, grietas en las elecciones. Pero de esas fisuras de nivel básico se ha pasado a una auténtica falla provocada por la sonrojante y también histórica en lo negativo para el Sevilla derrota en el derbi.
La hegemonía en los duelos de eterna rivalidad había estado vigente de forma rotunda en la última década, con alguna que otra salvedad. Pero de forma abrumadora el Sevilla era dominador. Como era el Sevilla fiable, seguro. Si en algún caso fallaba el equipo, por otro compensaba, y vaya cómo compensaba. Este Sevilla, este proyecto, que rompe con bases de los anteriores, a día de hoy no ilusiona con ninguna compensación.
Con la primera mitad de la temporada prácticamente completada, ya es una evidencia que hay fichajes que no están dando la talla. Que pueden ser cuestionados por rendimiento y precio. Óscar Arias, como responsable del proyecto, ha tenido en su mano el mayor presupuesto de la historia del club para conformar la que debería haber sido la mejor plantilla de la historia del club, o al menos estar entre las mejores. Cara es, sin duda, pero ni mucho menos de las mejores. Las carencias claman al cielo.
La millonada de Kjaer, el defensa más caro de la historia del Sevilla, da la cara, más aún cuando apenas hay defensas de repuesto y el danés ni llega al Rami más mediocre. Su partido en el derbi es buen ejemplo.
El caso del lateral derecho es una de las grandes indignaciones del sevillismo y objeto de críticas, como esta. El Sevilla 'invita' a Mariano a salir, sin que el brasileño quisiera, todo sea dicho, para componer un lateral con Mercado, limitado a todas luces, y Corchia, apuesta sin rendimiento asegurado que apenas cumple en ataque y es deficiente en defensa. Tal es la tropelía que ya busca lateral derecho el Sevilla, a Aleix Vidal.
El centro del campo se conforma de un elenco interminable de mediapuntas, pero apenas un jugador con capacidad de robo, física: Pizarro. Y Pizarro, único de esas características, ha hecho de la irregularidad su modus operandi. La carencia también es demasiado evidente. ¿Quién del Sevilla estaba capacitado para robar el balón en el tercer gol del Betis tras mil y un toques?
La delantera es otra evidencia sangrante. El fichaje más caro de la historia del Sevilla, Muriel, no es goleador. Es más, ni es goleador ni nada más a día de hoy. Porque ha dado poco, casi nada, al equipo nervionense. Y eso que era el llamado a dar el salto de calidad en el ataque. Es el gran fallo, a día de hoy, de la planificación. La elección no ha podido ser más errónea a la luz de los números.
Aparte de esto, otros fichajes siguen sin dar rendimiento. Nolito nunca explota y evoluciona demasiado lento, Navas solo ha parecido mejorar con Montella, las apariciones de Geis han sido contadas, y de Kjaer, Muriel, Corchia, Pizarro... ya hemos hablado.
El primer proyecto de Óscar Arias era Eduardo Berizzo, y ese proyecto fracasó, de forma estrepitosa. Detonó además, curiosamente, cuando el técnico argentino, que tuvo su culpa en parte de la planificación, reclamó de forma velada a Arias hasta cuatro refuerzos para enero, un defensa, un lateral, centrocampista y delantero. La columna vertebral que no conformó el director deportivo en verano.
Berizzo no dio con la tecla en ningún momento. Logró resultados, sí, pero desesperó con su fútbol y con algunas cabezonerías sin lógica: Mercado, rotación en la portería, caso Nzonzi.
Queda claro que el Sevilla ha gestionado de forma nefasta el caso de Nzonzi, uno de sus mejores jugadores en la plantilla, también uno de los más complicados. Su relación el resto del plantel es difícil, por decirlo de alguna forma. Y Berizzo tomó una decisión, apartarlo. Seguramente no fue la más inteligente, nunca lo es apartar a una de las mejores piezas en lugar de reconducirla.
Bien. Quizás lo más grave de todo es que en el Sevilla son conscientes de que el galo es una persona complicada, difícil de llevar, desde hace tiempo. Unai Emery lo entendió y le sacó todo el partido, Sampaoli, durante media temporada, también. Berizzo chocó con él. Pero si en el club y en la dirección deportiva conocían el paño, la personalidad de Nzonzi, mala decisión fue no buscarle una salida o venta en verano, asumiendo responsabilidades y adoptando una medida impopular, pero que en el club defendían más de uno y de dos.
Al final, la indecisión, la nefasta forma de gestionar el problema ha explotado en la cara. Y este sábado, sin ser Nzonzi uno de los peores, más bien al contrario, en el Sevilla, demostró que ha estado un mes sin competir y dejó claro que en el club lo han considerado apartado, porque no está en las mismas condiciones físicas que el resto.
El presidente del Sevilla es José Castro, el director deportivo es Óscar Arias, y ahora el entrenador es Vincenzo Montella. De los tres, sin duda, el que tiene más crédito a día de hoy es el dirigente. Porque ha sido el presidente de tres Europa League, de tres participaciones de Liga de Campeones seguidas. Pero por debajo el crédito ya no existe, y tiene el problema Castro de que el crédito que se reste a los que le suceden en mando le afecta directamente a él. Arias está cuestionado por la planificación, por el desarrollo de la temporada, por derrotas y daños al sevillismo como el de este sábado, propio de otros tiempos. Está cuestionado también porque el proyecto ambicioso cada vez está más lejos de la Liga de Campeones y empiezan a ser cuestionables incluso las plazas de Europa League.
La apuesta de Montella es eso, una apuesta, y aún es pronto para juzgar, incluso tras la derrota en el derbi. Pero el crédito de Montella, lo que suceda con él, ya es directamente achacable a Arias, cuya posición se complica. Así como lo que suceda con Arias es ya directamente achacable a Castro, un presidente al que hay que exigirle lo máximo, porque de hecho ya cobra como tal y se supone que como de las personas más capacitadas del club.
La vida sin el liderazgo de Monchi, sin sus aciertos, y hasta sin sus errores, es más difícil, y no hay figura tan poderosa ahora en el Sevilla.
Óscar Arias, director deportivo del Sevilla, ha llegado a decir en el transcurso de esta temporada que quedar quinto o sexto, en posición de Europa League, no sería un fracaso para la entidad. Más allá de esa afirmación, más allá de que el Sevilla cuenta con el cuarto presupuesto, con diferencia sobre el quinto, de la Liga, y que cuenta con el mayor proyecto económico de la historia, habrá divergencias a la hora de valorar esas palabras.
El problema es el mensaje. ¿Realmente el gran Sevilla de los últimos años se construyó alrededor del conformismo, de la condescendencia? ¿Se conformó el Sevilla con una Europa League o fue a por las otras consecutivas? ¿Se escuchó un mensaje en algún momento sobre si quedar en semifinales de alguna competición era algo aceptable? ¿O se pronunció un mensaje de confort o comodidad? ¿Por qué ahora sí, por qué ahora cuando se manejan las mayores posibilidades de la historia se abre la puerta a ese paso atrás? No debería caber esa vía en este Sevilla, más allá de que luego pase lo que tenga que pasar, pero el mensaje debe ser de ambición extrema, porque ese es el ADN del Sevilla.
Solo queda esperar que de esta situación difícil en la que se ha metido el Sevilla salga una reacción potente. Ya sea a través de Montella, si saca adelante al equipo, ya sea a través de los fichajes de enero, que está obligado a acometer el club (lateral derecho, central, centrocampista, delantero...). O ya sea porque algunos jugadores empiecen a rendir, pero cada vez hay menos confianza en ello. El caso es que la fortuna que tiene el Sevilla es que está a mitad de temporada y todas las fisuras podrían tener arreglo, bueno, todas no, porque el derbi del 3-5 pasará a la historia.
Os olvidais del portero.uno que para algunas de las que van dentro