El último fichaje y el más relevante del Sevilla FC este verano ha sido el del holandés Quincy Promes, jugador desequilibrante en ataque por el que ha pagado más de 20 millones de euros al Spartak de Moscú ruso.
Se trata de una apuesta importante de la dirección de fútbol que comanda Joaquín Caparrós, y también una oportunidad de reivindicación para los futbolistas de Holanda, país que ha dado muy buenos futbolistas a lo largo de la historia pero cuyo desempeño en el Sevilla ha dejado que desear en los precedentes.
Tres jugadores de nacionalidad holandesa han vestido la camiseta blanquirroja a lo largo de la historia, y la verdad es que ninguno ha dejado huella.
El primero fue Tarik Oulida, holandés con sus raíces en Marruecos. Llegó procedente del Ajax en 1995 y estuvo tres temporadas en el Sevilla. Las dos primeras fueron en Primera División, jugando apenas 15 partidos. En la tercera, en Segunda, participó más y jugó 29 encuentros. En total hizo cuatro tantos, pero se esperaba muchísimo más de él. En 1998 se marchó al fútbol japonés.
El segundo en llegar al Sevilla fue Khalid Boulahrouz, en la 2007/08, también de origen marroquí pero internacional con Holanda. Llegó cedido del Chelsea y fue un fichaje ilusionante para Monchi, pero acabó siendo un auténtico bluf. Llegó y debutó en la Supercopa de España ante el Real Madrid, pero entres las lesiones y un comportamiento poco profesional, en noviembre desapareció de las alineaciones y no volvió a jugar esa temporada. La siguiente campaña acabó en el Stuttgart. Disputó 827 minutos con el equipo de Nervión repartidos en diez encuentros.
El último hasta ahora fue Hedwiges Maduro, con raíces de Aruba y Curazao, que llegó libre en 2012 tras varios años en el Valencia. Firmó por tres campañas, pero sólo jugó la primera, en la que participó en 26 partidos, sumando 1.317 minutos. Aunque comenzó bien, acabó cayéndose de las alineaciones titulares para entrar en el equipo con menos regularidad. En la 2013/14 se quedó sin ficha y en enero se marchó al PAOK de Salónica. Durante su etapa en Nervión se le detectó una malformación congénita en el corazón, que felizmente no cortó su carrera deportiva.
Además de estos tres hombres, hay otro futbolista nacido en Holanda que debutó con el Sevilla en Primera División.
Se trata de Pablo Sáez, uno de los jugadores juveniles que integró el equipo del Sevilla en la segunda jornada de la 1984/85, en la que los futbolistas profesionales estaban de huelga.
Sáez, nacido en Amsterdam pero con nacionalidad española, jugó los 90 minutos de un partido que ganaron los nervionenses 3-0 al Athletic Club.