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'Pablo's Machine'

Los jugadores del Sevilla celebran el 1-0.

El Sevilla se ha convertido en una máquina, una máquina fabricada por Pablo Machín. El conjunto nervionense ha logrado ante el Celta una nueva victoria, la cuarta consecutiva, ahí es nada, y se ha aupado, por méritos propios, a lo alto de LaLiga Santander, a lo más alto. De hecho es líder a esta hora de la tarde, dependiendo de lo que haga el Barcelona.

El Sevilla es, a día de hoy, una máquina en el campeonato liguero. Una fabricación compuesta con piezas perfectamente alineadas en las que además todas parecen engrasadas. Machín ha logrado que todo el equipo se mueva como uno, ha conseguido que todo el equipo logre sacrificarse con distinción. Ha logrado que Banega sea un jugador todopoderoso, que distribuye, pero que roba, y roba, y vuelve a robar. Que Vázquez cambie el mistol por sangre a borbotones. Que Ben Yedder sea goleador y que sea el primero que corra. Eso, por llamativo, y mucho más. Porque las dosis de intensidad que reparte el equipo en todo momento son extremas. Los futbolistas del Sevilla son auténticos perros de presa sin balón, en los cruces, en los balones divididos. Y a partir de ahí, la calidad, que el Sevilla la tiene también a raudales.

Por eso, entre otras cosas, se ha convertido en un equipo tan poderoso en ataque, que genera y mata. Que tiene ocasiones y que las marca, que es el máximo goleador del campeonato junto con el Barcelona. Y que tiene recursos de todo tipo. Desde Jesús Navas, en su eterna juventud, hasta Sarabia, que llega en segunda línea para marcar cuando no pueden los de arriba. Pasando por una defensa que mejora con la ayuda de todo el equipo y un portero que hace paradas salvadoras cuando el partido aún estaba 0-0.

Ante el Celta, el Sevilla estuvo realmente intenso, realmente poderoso física y técnicamente. Salía casi siempre todo lo que se intentaba. Y casi el resultado acabó siendo corto, porque pudo marcar un tercero y acabó sufriendo algo por el 2-1 más inesperado.

Pero realmente el partido estaba hecho, estaba ganado con muchos argumentos buenos. Con ese trabajo, con esa solidaridad, con esa eficacia y esa idea tan defensiva como ofensiva.

En la primera parte el Sevilla tuvo un rival muy competidor, difícil, y aún así, resistiendo, volvió a encontrar las ocasiones, y el gol, para ponerse de nuevo por delante en el marcador, con ese gol de Sarabia.

La segunda mitad, aunque luego se marcó con la expulsión de Araújo, en 10 minutos, el equipo nervionense ya había resuelto la papeleta antes y de forma mejor. El segundo gol, de Ben Yedder asistido por Sarabia y por el VAR, pudo llegar bien antes, y debió llegar antes. Como pudo y debió llegar después un tercer tanto que no vino porque no acertaron el mismo Ben Yedder o Prommes, que tuvo una clarísima.

El golazo de Bouffal metió algo de nervios al equipo, pero fue más apariencia, porque el Sevilla, con uno más además, supo jugar esos minutos hasta acabar el partido como lo que es, líder de Primera. Ahora, la máquina debe reposar, tiene un parón por delante al que llega de forma inmejorable. Engrasada está, a la vuelta espera al Barcelona, duelo por todo lo alto.

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