Es ponerse la cosa en Europa un poquito fea, ni siquiera fea, dudosa, incierta, y ahí que aparece el Sevilla. Tenía que ganar el equipo nervionense para asegurar su clasificación y para ser además primero de grupo, y así acudir al sorteo del próximo lunes (13.00 horas en Nyon) con mayor tranquilidad, y ganó, arrolló y goleó. Ese bordado que lleva el Sevilla en un lateral de la manga no viene ni de serie con Nike ni regalado. Viene porque el Sevilla es el mandamás del torneo, de la competición, de la Europa League. Y en partidos como el de este jueves ante el Krasnodar es donde se pone de relevancia.
El conjunto de Machín ha hecho lo justito en esta fase de grupos. Ha ganado, apabullado en Nervión, que en Europa es plaza temida por todos y con razón, y fuera de casa ganó en Turquía y se dejó ir en Bélgica y Rusia. Con eso le ha bastado para ser primero, con eso le ha bastado para pasar a los 1/16 de final como campeón que es, más bien pentacampeón.
Ante el Krasnodar el técnico soriano puso en liza a sus mejores hombres, con la salvedad de Sarabia, sancionado, y Kjaer, con molestias. Pero estaban en el campo Banega, André Silva, Escudero... y Ben Yedder. El francés no quiso ni esperar a ver si sus compañeros estaban entonados o no. El partido aún no se sabía por dónde iba a discurrir en el juego y el Sevilla ya ganaba 2-0 aprovechando el francés dos fallos garrafales de la defensa rusa. Dos sutiles zurdazos, oportunos, definitivos, bastaron para que Ben Yedder metiera a su equipo en la siguiente ronda. Primero aprovechó una cesión atrás para tocar con el empeine exterior y colarla. Luego cuerpeó y se postuló para golpear con el exterior de nuevo y marcar tras un balonazo de Sergi Gómez sin demasiada intención, que todo hay que decirlo.
Ese acierto, unido a una oportuna intensidad y concentración en los primeros 20 minutos del encuentro, con el equipo arriba, con los jugadores en campo contrario, y así se aprovechaban mejor los errores rusos, bastó al Sevilla para superar ampliamente a su rival. Pudieron llegar más goles en esa etapa de superioridad rotunda sevillista, pero pasada esa fase, con el partido en el bolsillo, llegó una exagerada relajación. Por suerte, en esos momentos, cuando el Krasnodar llegó aprovechando la bajada de intensidad del Sevilla, apareció Vaclik, que sacó dos buenas manos que impidieron un susto.
Esa relajación no tuvo continuidad en la segunda mitad porque el Krasnodar la evitó. De nuevo una buena salida al campo del Sevilla propició una continua avalancha de llegadas andaluzas que cristalizó en una clara ocasión de André Silva que evitó Ramírez... con la mano. El penalti, el gol de Banega, la expulsión acabaron por matar el encuentro, que con 3-0 y ante diez ya solo tenía un color.
El conjunto blanquirrojo tenía toda una segunda mitad con un rival a su merced y que veía peligrar incluso su clasificación. Aprovechó Pablo Machín para hacer algunos cambios, si bien el partido tampoco requirió un esfuerzo sobrehumano tal como discurría. Entró Amadou primero y luego Jesús Navas, para coger rodaje, y Muriel, y salieron del campo los dos delanteros.
En el encuentro prácticamente no volvió a pasar nada, buena noticia para el Krasnodar. Y para el Sevilla, con solventó con nota uno de sus primeros partidos clave de la temporada, en el que solo le valía ganar. Cumple el objetivo el conjunto de Machín, que aplaza su amada competición europea hasta febrero con nota y como debía, demostrando que es el campeón y rival a batir en torneo.