La victoria en Roma llega como un liviano bálsamo para calmar las aguas removidas en el Sevilla. Aun así, sería faltar a la verdad si se ignoran los fantasmas que atormentan al equipo desde que comenzase el año. Es una evidencia que el Sevilla no pasa por su mejor momento. Quizás esté pasando por su peor ciclo en la actual temporada, el siempre típico bache por el que todos los clubes pasan a lo largo de una campaña. Lo cierto es que la afición rojiblanca está poco acostumbrada a ver a su equipo en un ‘bajón’ –físico y mental- durante mucho tiempo, lo cual habla maravillas de una entidad que se ha afianzado en la élite nacional y europea y que ha brindado a su grada de largos periodos de felicidad.
El ir de la mano durante tantos años con los buenos resultados siempre trae preocupación cuando estos no llegan de forma regular. Año tras año nace de nuevo esa intranquilidad cuando el equipo entra en depresión. Le ha ocurrido siempre a los mejores clubes del mundo, donde cada derrota provoca una crisis. Evidentemente, la realidad del Sevilla es otra, aunque no mucho más lejana.
Viene siendo habitual durante los últimos tiempos que el conjunto sevillista no logre equiparar su nivel en Nervión con el que muestra lejos de él, lo que hace aún más sorprendente los números del Sevilla en junio. Su gran fuente es el Sánchez-Pizjuán y lleva bebiendo de ella varias temporadas. Le ocurrió al tres veces campeón de Europa League, Unai Emery, le ocurrió al bueno de Eduardo Berizzo y –obviando a Montella- le está pasando a Pablo Machín.
Sin desmerecer la victoria ante la Lazio, parece increíble que un Sevilla de tal potencial acabe el partido sumergido en el conocido bucle de conformismo, desánimo y pesadumbre a domicilio. Las aspiraciones del club están bastante por encima de esa imagen. Pudo sentenciar ante una Lazio rota, y no lo hizo. O no quiso hacerlo. Todo ello se ve aún más enturbiado con los últimos acontecimientos en el Sevilla. La preocupación de todo el sevillismo sobre el rumbo que tomará el equipo centra su mirada en el actual técnico.
Hay un matiz que nunca se pasó por alto y siempre estuvo marcado como advertencia: su inexperiencia. De todos era sabido la escasa trayectoria de Machín en la élite, cuestión que ha salido a relucir con sus últimas decisiones. La hecatombe de Barcelona, su mala gestión en Balaídos y las grandes dudas ante el Éibar le han hecho un flaco favor al técnico; tanto es así que solo dependerá de él recuperar el crédito perdido. Es cierto que Machín pasa por su peor capítulo desde que aterrizó en San Pablo, pero es precipitado negar su capacidad.
Desde el primer día que el soriano tomase las riendas de la plantilla, siempre se ha visto como el mejor fichaje del pasado verano. Por su sensatez, su templanza y su exigencia. Era la pieza perfecta para un Sevilla de altos vuelos. Eso no puede cambiar de la noche a la mañana, y mucha parte de responsabilidad para que eso no ocurra la tiene Joaquín Caparrós.
Es momento de apoyar al técnico desde dentro y de imbuirle en lo que significa la máxima exigencia del Sevilla Fútbol Club. El aprendizaje que seguro está obteniendo Machín a base de reveses debe a su vez alimentarse de buenos consejos. Caparrós debe ser la fuente de ADN sevillista de la que beba y aprenda el técnico.
Joaquín volvió a la entidad el pasado año para salvar la temporada y llevar de nuevo al Sevilla a Europa. Es momento para que vuelva a reavivar el espíritu de la plantilla, con Machín a la cabeza. Que no pesen los partidos de más, ni las lesiones, ni tan siquiera una mala racha. Es momento para que Caparrós –más si cabe- apoye, aconseje e inspire a su entrenador para que el Sevilla recupere la senda de la alegría. Siempre lo hizo Monchi con cada miembro de la plantilla y lo debe hacer con la misma intensidad el actual Director de Fútbol. Es la hora de Caparrós, otra vez.
ahora mas que nunca SFC , Caparrós , Machín , Jugadores ,todos juntos a culminar una buena temporada , estamos en una muy buena posición en liga y con muchas posibilidades de continuar en Europa ligue ... vamos equipo !!!!
Estoy de acuerdo. El SEVILLA FC no es una escuela de entrenadores, ha costado mucho esfuerzo llegar a la élite y profesionalizar el club, para que ahora llegue un inmaduro a hacer un máster para prepararse para un "grande", porque esa es otra, la mayoría de jugadores y entrenadores piensan que el SEVILLA FC es un equipo de transición, y lo piensan porque es lo que se ha vendido. Este club con el presidente y su consejo son unos cobardes para dar el paso que nos falta para llegar a más altas cotas, para muestra un botón. Creo que como dice el artículo, el Sr. Caparrós con su dilatada experiencia, salve los muebles de aquí a final de temporada y que tome el papel que debe,y quecoja ejemplo de su homónimo Monchi, que cuando fallaban las cosas, dejada de un lado su cargo de DD y se enfundaba el mono de jugador y de psicólogo y se ponía a engranar lo desengranando.