Algo menos de dos años ha durado la etapa de Monchi en la Roma. El ya nuevo director deportivo del Sevilla FC abandonó Nervión el 30 de marzo de 2017 para tomar el reto de diseñar a uno de los equipos más poderosos de la Serie A.
En dos años ha metido al equipo en las semifinales de la Liga de Campeones 34 años después, y además acabó tercero en la liga italiana. Sin embargo, a la propiedad norteamericana se le ha acabado la paciencia, destituyendo a Eusebio di Francesco en contra de su voluntad y propiciando una salida pactada del de San Fernando.
ElDesmarque se ha puesto en contacto con Raffaelle Campo, periodista italiano de Europa Calcio, para analizar lo sucedido en este periodo de Monchi en la capital italiana. “No tenía una vida fácil en Italia, ya que los tifosi se mostraron muy escépticos con él desde el principio. Merecía más respeto. El club le obligó a vender a los mejores jugadores y buscar buenos futbolistas, debido al fair play financiero, reduciendo así la masa salarial”, expresa.
Su primer verano fue el de 2017, marcado por la salida de Mohamed Salah al Liverpool por 42 millones de euros. “Fue muy criticado por haberlo vendido por tan poco, pero también es cierto que Salah se vendió a finales de junio y los precios se incrementaron con el pase de Neymar al PSG en agosto”. Rudiger se fue al Chelsea por 35 millones, Paredes al Zenit por 23 más cuatro en bonus, y Mario Rui al Nápoles por cuatro millones más 5,5 como canje. Tambien salieron Marchizza, Ricci, Fratessi y los cedidos Iturbe y Zukanovic.
El fichaje más caro fue el de Patrik Schick, comprado a la Sampdoria a finales de agosto por 38 ‘kilos’. “Era, con mucho, el mejor pagado de la historia de la Roma”, recuerda Campo. Luego vino Rick Karsdorp (14 millones), Cengiz Under (13.5), Pellgrini (10), Defrel (cedido por 5 millones con opción obligatoria de 15), Kolarov (5), Gonalons (5) y Héctor Moreno (5,7).
En invierno recibió la cesión de Jonathan Silva y Castan, Emerson Palmieri y Héctor Moreno se fueron, recaudando 20 millones más seis en bonus.
La revolución en la Roma en el pasado verano comenzó con la salida de Radja Nainggolan al Inter de Milán. Ídolo del Olímpico, fue vendido por 38 millones y acambio de Zaniolo y Santon, que fueron al club giallorosso por 10 millones. “Esta operación causó mucha ira, porque el propio Nainggolan no quería irse”, explica el periodista italiano.
De hecho, el belga se despachó a gusto contra Monchi en palabras a Eleven Sport. “Si me hubiera quedado en Roma con Monchi habría desatado una guerra mundial todos los días. Tuve un choque de opiniones con él. No se comportó profesionalmente, fue la mayor confirmación de que el mundo del fútbol es totalmente falso. Si él me hubiera dicho claramente que quería venderme, le habría respondido positivamente. En cambio, me ignoró y, sin mi conocimiento, envió intermediarios a Turquía para venderme. Comprendí entonces que no podía quedarme en Roma. O él o yo", dijo el futbolista.
También se fueron Alisson al Liverpool (62,5 millones más 10 en variables) y Strootman al Marsella. “Hubo críticas, porque se pensaba que Monchi quería venderlo, pero recientemente el jugador dijo a L’Equipe que fue él quien quiso irse, por la oferta económica y por encontrarse con Rudi García”, recuerda Campo. Además se fueron Skorupski, Calabresi, Defrel, Rumminello, Bruno Peres o Machin.
Llegaron, además de Santon, Cristante (más de 20 millones), Pastore (24,7), Olsen (8,5 más variable), Justin Kluivert (18), Coric (6), Marcano (libre), Bianda (6+5), Mirante, Fuzato y Nzonzi (26,65+4). En enero no se fichó a nadie, aunque Monchi estuvo interesado en Fares, del SPAL, y en Bennacer, del Empoli, pero no se concretó fichaje alguno.
"Lo siento por Monchi. En Italia nadie ha tendido su importante trabajo, aquí la gente sólo ve los resultados. Es muy difícil. En algunos lugares como la Roma es imposible hacer planes orgánicos graduales. La Roma fue obligada a vender algunos futbolistas importantes por las deudas del club, pero nadie ha entendido esto y solo lo han criticado", resume Raffaele Campo.