Enganchado a la pelea más bonita que le queda al Sevilla, la de la Liga de Campeones y la de Europa. Es la lectura que extrae el equipo nervionense tras un buen partido y una valiosa victoria ante un rival directo, el Alavés, a la que además le arrebata la sexta plaza. El Sevilla, más natural, con menos experimentos, con más lógica, más ambición incluso, realizó un partido completo, bueno. Fue superior al rival, tuvo pocas ocasiones pero las materializó y además no sufrió apenas. Encontró de nuevo a Pablo Sarabia, que volvió al campo y volvió a ser trascendental. Una asistencia, un gol. Jugador definitivo, trascendente. Como trascendente es Jesús Navas, que mantiene un nivel de selección, y como trascendente fueron los regresos al once de Escudero y de Roque Mesa, que mejoraron las prestaciones de los anteriores ocupantes del lateral zurdo y el pivote, Amadou y Wöber, respectivamente.
Fue un Sevilla más coherente. Con cada jugador en su sitio, más allá de que el rendimiento fuera bueno o malo. Con funciones más definidas, con intensidad, que eso nunca faltó, y con jugadores decisivos en zonas decisivas, en especial Sarabia. Regresó y volvió el gol, servido por Ben Yedder, por cierto.
Y quizás sea o deba ser esa la mejor arma del conjunto de Joaquín Caparrós hasta el final de la temporada en la pelea por Europa y en la pelea por la Liga de Campeones. Quizás no esté en el mejor momento el Sevilla, quizás llegue en la recta final, quién sabe. Pero por si acaso, más le vale agarrarse a lo bueno que tiene, a lo lógico. A los jugadores que actúan en sus posiciones, a los jugadores más importantes, a los valores que les insufle Caparrós, la intensidad, la pelea, también la ambición de ir a por el rival demostrada ante el Alavés. Con eso no se sabe si le dará para ser cuarto, o quinto o sexto. Pero sí presumiblemente le dará para competir de tú a tú con los equipos que están en la batalla.
El Sevilla funcionó mejor que el domingo pasado ante el Valencia. Entre otras razones porque el equipo era más lógico y porque, a pesar de la ausencia de Banega, el equipo tuvo más fútbol por la coherencia de la alineación. Dos laterales para llegar por fuera, dos interiores para sumar superioridad cuando hacía falta o para buscar por dentro, dos delanteros, dos pivotes... Y también tuvo más fútbol porque entre otras cosas Roque Mesa, a día de hoy, es un jugador mucho más completo que Amadou y más complementario con Gonalons. Roque tiene más futbol, más presencia en el juego, más precisión, más técnica, y eso favorece las transiciones rápidas, los desplazamientos, el juego. Y además el canario también es listo posicionalmente y, para colmo, hasta se descuelga de vez en cuando y sorprende, como en el gol.
En resumen, ofrece al equipo mucho más que Amadou. Por eso el Sevilla, entre otras cosas, fue mejor que el Alavés desde el inicio. Jugó en campo contrario, apretó, sumó efectivos en ataque y jugó con los dos laterales muy largos, sumándolos en cada acción, lo que permitió que se jugara en terreno vasco y apenas en el sevillista.
Consiguió el dominio el Sevilla, aunque no tanto el remate. Llegaba a posiciones de banda con soltura, pero allí Navas, Sarabia, Escudero las ponían al área sin encontrar rematador. Por alto los centrales del Alavés se sentían cómodos, por bajo no tanto. Y ahí precisamente, en esas zonas de finalización y trascendentales, no tuvo nadie el Sevilla, que con este sistema, esta disposición y planteamiento cada vez clama más por un mediapunta a cambio de un delantero. Munir y Ben Yedder lo intentaron, pero apenas tuvieron presencia porque cuando la pelota les llegaba nunca era en ventaja. Con todo, el Sevilla fue mejor, apenas sufrió, salvo en una siesta de Juan Soriano y Kjaer, y marcó uno y pudo hacer alguno más en otras aproximaciones, aunque no demasiado claras.
La segunda parte tuvo el mismo plan. Lo que le vino bien al Sevilla, porque mantuvo la pelota, apenas sufrió ante un Alavés temeroso y poco ambicioso y acabó matando gracias a Sarabia, que estuvo en el campo y, una vez más, por enésima vez, fue trascendental. Asistencia y gol, a lo suyo.
El equipo nervionense hizo una cosa bien, mantener la tónica, mantener la pelota, a pesar de que muchos de sus jugadores no anduvieron finos, especialmente Vázquez y Munir. Y no bajar la intensidad. Mucho que ver en ello tuvo Gonalons, que completó un partido de altura junto con Roque, que tuvo que marcharse lesionado por cierto.
No llegaron muchas ocasiones, pero en la clara que apareció, el Sevilla mató. Un balón robado, en una de las pocas veces que el Alavés quedó desprotegido, bastó. Entraron en acción Ben Yedder y Sarabia y eso es sinónimo del gol. Los van a necesitar en una recta final en la que el conjunto de Caparrós está metido de lleno gracias al triunfo de este jueves.