No hay duda alguna, el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán es el gran templo del sevillismo, el punto neurálgico de un sentimiento de pertenencia y de algo que es mucho mayor que ser aficionado a un equipo de fútbol, en este caso el Sevilla FC. El estadio se levantó en la década de los 50 y el pasado mes de septiembre cumplió 61 años.
Ahora, en su ahínco por modernizar las instalaciones del club y dar un lavado de cara que introduzca al Sánchez-Pizjuán entre los mejores estadios del Siglo XXI pero sin dejar atrás su característica solera, el consejo de administración proyecta una nueva ampliación para los próximos años.
El estadio y su futuro está en boca del sevillismo, y desde ElDesmarque lanzamos un repaso a la historia del coliseo de la avenida Eduardo Dato, repasando con la inestimable colaboración del Área de Historia de la entidad todos los hitos de la Bombonera de Nervión.
El Sevilla comienza jugando extramuros, en zonas libres de obstáculos sin piedras ni desniveles, hasta que su primer partido oficial se celebra en el Hipódromo de Tablada. De ahí pasa a la zona del Prado de San Sebastián, donde ocupa varios terrenos. Posteriormente pasa al campo Reina Victoria y cuando la Marquesa de Esquivel decide acabar con el alquiler se plantea marcharse a Los Remedios, pero finalmente se decide por Nervión, una zona por la que la ciudad va a ir expandiéndose, a las afueras pero con buenos accesos. Primero alquila los terrenos al Marqués de Nervión y el 29 de abril de 1938, siendo presidente Ramón Sánchez-Pizjuán, se compran esos terrenos y los aledaños, donde poco más tarde se levantaría el que se conoció en su génesis como el ‘Gran Stadium del Sevilla FC’.
El gran presidente sevillista entendía que era una buena idea adquirir esos terrenos en plena Guerra Civil, y así fue. De hecho, Sánchez-Pizjuán pide recibir su herencia en vida para prestar dinero al club y acometer esa compra. El Viejo Nervión se quedó pequeño enseguida cuando el fútbol superó a los toros como la principal actividad de ocio para la ciudad, por lo que ya tenía en mente esa gran obra para el sevillismo, habiéndose fijado en el estadio de Les Corts del FC Barcelona y en el de Chamartín del Real Madrid.
De hecho, el proyecto se le encarga a Manuel Muñoz Monasterio -amigo personal de Sánchez-Pizjuán-, arquitecto del estadio madridista –además de Mestalla y el Ramón de Carranza-, de ahí las similitudes que tenían ambos en un principio.
En enero de 1954, el Sevilla convoca un concurso de ideas para construir un nuevo estadio no inferior a 50.000 espectadores, ganado por el arquitecto madrileño. Consistía en un estadio con capacidad para 70.329 espectadores. 20.329 sentados y 50.000 de pie, repartidos estos entre ambos goles y la grada alta de Fondo.
El inicio de las obras se retrasaría más de dos años, lo que provocó que Sánchez-Pizjuán nunca viera construido el que sería su gran legado para el sevillismo. Muere en octubre de 1956, pero sus sucesores, en especial Ramón de Carranza y Gómez-Pablos, Marques de Soto Hermoso, prometen hacer realidad su sueño. La primera piedra se coloca en el mes de diciembre de 1956 y las obras, encargadas a la empresa catalana Ingar –que había construido Les Corts- duran exactamente 22 meses y seis días. La dirección y ejecución de las obras son de Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín, abuelo del arquitecto que estudia ya la nueva ampliación del estadio. Supondría un gran avance para el club, ya que en aquella época la mayoría de los ingresos eran de taquilla.
Durante las obras se produjeron numerosas curiosidades. Por ejemplo, en partidos de máxima expectación -en la foto de arriba el de Copa de Europa ante el Aarhus danés- no eran pocos los aficionados que veían desde la estructura del nuevo estadio los partidos en el Viejo Nervión, o bien eran numerosas las familias sevillistas que visitaban los trabajos.
El 7 de septiembre de 1958 se inaugura el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, aunque lo haría con el proyecto a medio terminar. Faltaban la parte alta de los goles y la tribuna alta de Preferencia no estaba completa, aunque se completaría a lo largo de la temporada.
El primer partido fue un amistoso ante el Real Jaén y acabó en empate a tres goles, mientras que el estreno oficial fue en un derbi ante el Real Betis que se llevaron los heliopolitanos por 2-4, jugado dos semanas más tarde, en un partido muy recordado por el eterno rival, que acababa de regresar tras su travesía por Segunda y Tercera División de 15 años.
El estadio se presupuestó en 50 millones de pesetas, por lo que se constituyeron 100.000 obligaciones al precio de 500 pesetas. Aquel fue un gran desembolso para el club, pues nunca se contó con ayuda alguna de la administración, que vio cómo se resentían sus expectativas deportivas. Por ejemplo, esa temporada la acabó cerca de los puestos de descenso, y poco después comenzaría a verse obligado a vender jugadores como Ruiz Sosa –se fue al Atlético de Madrid- y Francisco Gallego –al Barça-. De hecho, para muchos sevillistas antiguos este estadio estaba gafado, pues pensaban que nunca se verían las glorias del Viejo Nervión en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Hasta que llegó 2006 y se acabaron casi seis décadas de sequía.