El Siglo XXI no comenzó siendo halagüeño para el futuro del Ramón Sánchez-Pizjuán. El Sevilla FC estaba sumido en una de las peores crisis de su historia y, encima, en 1999 se había disputado en la ciudad un maravilloso Mundial de Atletismo que dejaba una instalación moderna como el Estadio Olímpico de La Cartuja.
A eso se sumaba que el estadio nervionense no estaba precisamente en sus mejores condiciones, por lo que en la idea de algunos pasó la mudanza y el abandono del Sánchez-Pizjuán, como por ejemplo el recordado Roberto Alés. Sin embargo, la idea no gustaba al sevillismo y con la llegada de José María del Nido a la presidencia quedó desechada. Se cambiaron los antiguos marcadores por otros más modernos, pero la gran novedad de la primera década de la centuria fue la colocación en el Gol Sur del Mosaico del Centenario, obra del autor Ben Yessef, que despertó división de opiniones en el sevillismo hasta el punto de que… Bueno, sigamos leyendo.
Más allá de cambios en los banquillos, los vestuarios o una nueva ubicación de la sala de prensa, la gran remodelación del estadio no se comenzó a afrontar hasta 2015 bajo la presidencia de José Castro, el sucesor de un Del Nido que ya había valorado la necesidad de reformar y ampliar el Sánchez-Pizjuán con un proyecto del que se comenzó a hablar en 2006 y que quedó en agua de borrajas.
Dirigida por Santiago Balbontín, la reforma comenzó con trabajos a nivel de infraestructura –reparación de hormigones y reformas estructurales- y también en el aspecto interior del estadio, con un restyling que cambió por completo la imagen de las gradas. También se construyeron nuevas zonas para personas con movilidad reducida, se reformó el vestuario local y se creó una nueva tienda en la esquina de Gol Sur con Preferencia, así como se cambiarían todos los aseos y las barras de bar de la instalación. Los sevillistas entraron al primer partido de la temporada 2015/16 como niño con zapatos nuevos para ver el aspecto de su casa.
En 2016 los trabajos estuvieron centrados más en el aspecto exterior, dotando al Sánchez-Pizjuán de una nueva piel que ha rejuvenecido al vetusto estadio nervionense. En esta nueva fachada, con diversas posibilidades de iluminación, se colocó la silueta de Antonio Puerta en la puerta 16 y, años más tarde, la del también fallecido Pedro Berruezo en la puerta 10. Además, el controvertido mosaico del Centenario fue tapado y se cambiaron todas las puertas de acceso al estadio, mientras que en la fachada de Preferencia se colocaron dos lonas murales con varios de los mejores futbolistas de la historia de la entidad, que escoltan el clásico mosaico instalado para el Mundial 82.
En el interior se siguió trabajando, colocando nuevos videomarcadores de espectacular nitidez en los goles y sustituyendo las rejas de separación de las gradas por mamparas de metacrilato, mucho más cómodas para los aficionados. Se sustituyó toda la señalética y también se construyó en Gol Sur un espacio para el Área de Historia del Sevilla FC, albergando el el centro de documentación, biblioteca, hemeroteca y catalogación de patrimonio histórico. Se instalaron cámaras de seguridad en los vomitorios y se reformó el antepalco.
Pero las novedades no se han quedado ahí y el Sevilla sigue trabajando en su estadio. Así, en el verano de 2017 se instaló una nueva iluminación espectacular y en el de 2018 se reformó el graderío de la tribuna baja de Fondo, eliminando los vomitorios y añadiendo más asientos. Esta idea se iba a continuar en todo el campo, pero de momento esa actuación se ha parado para dar prioridad a la reforma de todo el interior de la zona de Preferencia.
El Sánchez-Pizjuán optaba a ser elegido sede de la final de la Europa League de 2021 y para ello necesitaba nuevos espacios que la UEFA demandaba. Por ello, desde el final de la pasada temporada la zona de Preferencia está en obras, pues se está construyendo una nueva zona hospitality y ampliando las áreas de trabajo de la prensa, estando proyectada además la instalación de seis ascensores. La UEFA, que otorgó la final al coliseo nervionense, no permite que el estadio ‘se toque’ desde un año antes de la disputa de la final, por lo que en mayo de 2020 deberán estar acabadas todas las actuaciones y las obras se pararán a partir de entonces.
El estadio sevillista es el mismo que se levantó en 1958 gracias a las aportaciones de tantos y tantos aficionados, pero ninguno de los que estuvieron en la inauguración lo reconocerían si hicieran un viaje en el tiempo de 61 años hacia adelante.
Pero ahí no se va a quedar la ambición del club por hacer un estadio cada vez mejor. Después de que en 2021 se convierta en el primer estadio español en acoger una final de la Copa de Europa y otra de la Europa League, el Sevilla tiene previsto acometer nuevas y ambiciosas obras. Ya se habla de un tercer anillo para ampliar el aforo y de instalar la ansiada cubierta, trabajos todos que se harían sin abandonar el estadio en el que el club blanquirrojo ha forjado sus leyendas. La mayoría de ellas en este Siglo XXI que con tan mala pinta comenzó para el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.