La afición del Sevilla recibió al equipo en el calentamiento con tímidos pitos y no estuvo demasiado irascible con los suyos después de la dolorosa eliminación copera ante el Mirandés.
La primera parte de los de Lopetegui no invitó a nada. Sin ritmo, sin velocidad y muy previsible, el Sevilla se marchó al vestuario con cero a cero y la sensación de estar tocado. En ese momento, los pitos volvieron a aparecer pero no en masa ni de forma unánime. Dio la sensación que el enfado de la afición era más por lo poco que se veía sobre el terreno de juego, que por todo los condicionantes que había en el partido.
Después de una segunda parte en la que el Deportivo Alavés se puso por delante y Ocampos empató de penalti, la grada apoyó a sus jugadores cuando en el tramo final se buscaban los tres puntos.
Sin embargo, cuando llegó el final del encuentro, la opinión de la afición se vio de forma clara. Hubo discrepancias. Cuando los jugadores se aglutinaron en el centro del campo para aplaudir a al grada, la mayor parte del público pitó a sus jugadores que se marcharon poco a poco al vestuario. Sobre el césped permanecieron cuatro futbolistas. Navas, Fernando, Sergi Gómez y Rony Lopes. Estos, acompañaron al capitán del Sevilla hacia el gol norte donde sí recibieron un aplauso por parte de los aficionados que allí se ubican.
En cuanto al argentino, es cierto que hubo pitos pero nada llamativo. El jugador, a pesar de su mal partido, no se escondió y quiso ser protagonista. Tomó una buena decisión dejando tirar el penalti a Ocampos.