Si era cuestión de presentar credenciales, recuerden ese parche que ha lucido el Sevilla en el brazo, ese de una copa de la Europa League, antigua UEFA, y un número cinco sobreimpresionado. Con solo verlo entienden en Sevilla, España y toda Europa el carácter de este equipo, el valor de este club, la competitividad de su ADN. Esas han sido sus credenciales en Alemania en los octavos de final ante la Roma, la del equipo pentacampeón, la del equipo que todo lo quiere y todo lo puede, el del Rey de la Europa League.
Pero realmente no sería justo atribuir todo el mérito de la espectacular y valiosísima victoria sevillista ante la Roma al ADN, a las cualidades innatas del Sevilla del Siglo XXI. Porque este Sevilla de Lopetegui mantiene ese carácter competitivo europeo, pero ha mostrado cualidades y virtudes 'made in Julen'.
Ante la Roma ha redondeado una victoria magnífica y brillante. El resultado quizás se quedara hasta corto, pero el manejo del partido, el dominio, la inteligencia, el sacrificio de los nervionenses fue magnífico. Como lo fue el planteamiento del partido por parte del técnico, aprovechando y haciendo daños en los puntos débiles del rival. Y como lo fue el rendimiento individual de la mayoría de los jugadores. Enorme En-Nesyri, enorme la defensa, los laterales, siempre Navas pero también Reguilón. Enorme el centro del campo con Banega en plan estrella de nuevo, y enorme arriba Ocampos. Quizás cojeó algo más Suso, pero el caso es que el nivel del Sevilla fue excelso, fue del nivel de otros Sevilla que campeonaron. Fue nivel pentacampeón.
La primera parte del Sevilla fue primorosa. Es difícil colocarla en el ranking de la temporada, pero posiblemente esté en el Top 5 del curso. El conjunto de Lopetegui manejó todo el abanico de recursos futbolísticos posibles con un acierto enorme. La combinación en corto, el pase largo, la presión, el robo, la posesión, el robo, el remate, el ataque estático, el contragolpe... Y en todo ello, además de los futbolistas, sobra decirlo, tuvo mucho que ver la preparación del partido de Julen Lopetegui.
El técnico nervionense hurgó en las debilidades de un buen equipo como la Roma. La salida en el once de En-Nesyri fue la primera pieza del engranaje. El marroquí, lejos de ser delantero estático, que posiblemente habría facilitado la labor a los romanistas, fue una pieza totalmente dinámica. Cayó a bandas, fue arriba, se convirtió en referencia en balones largos, y creó superioridad en los costados. Y a partir de ahí descosió el Sevilla a la Roma. El hueco entre carrileros y centrales fue la vía de ataque sevillista en muchas ocasiones, añadiendo la movilidad de sus centrocampistas, que podían aparecer por los costados para generar luego carriles de penetración por el medio.
Así, con Banega en un costado, con Reguilón entrando mientras el Sevilla abría el campo a lo ancho, llegó un primer tanto de bella elaboración. El lateral izquierdo se coló hasta la cocina y con el ejercicio menos brillante de la jugada, el remate, batió a un blando Pau López para hacer el 1-0 y coronar unos 25 minutos magníficos.
Antes Koundé, al palo, y Ocampos, desvió Pau, pudieron adelantar al Sevilla. Pero ese gol en cualquier caso hacía justicia a una superioridad muy latente en el césped.
Esos primeros 25 minutos dieron paso a una reacción de la Roma que de nuevo fue gestionada de forma brillante por el Sevilla. Con balón estuvo bien, y sin balón también. Defendió, tuvo sacrificio, y logró encadenar un par de contras para aprovechar los arrestos italianos. La que cristalizó fue al filo del descanso. Robo, transición rápida de Jordán al espacio, potencia de Ocampos en la penetración y hasta para mantenerse en pie, y remate de En-Nesyri tras un carrerón para llegar al 2-0. Brillante, espectacular.
Para la segunda mitad la Roma quiso meter más ritmo, posesión y llegada al partido. Más atrevimiento y más peligro. Esas eran sus intenciones. Pero en el abanico de registros siempre hay lugar para una virtud más.
Aunque algunos minutos tuvo el conjunto de Fonseca de llegadas, de algún remate, de Dzeko, lo cierto es que el Sevilla volvió a retomar el control del partido. Cortocircuitó el juego italiano a través de la pelota, de la posesión, de Banega, como siempre, pero también de Jordán, de Munir, que ayudó con el balón desde su salida por un desdibujado Suso. Se colocó en el centro, desplazando a En-Nesyri al costado izquierdo y a Ocampos al derecho. Y ayudó y mucho. De hecho, las ocasiones volvieron a ser del Sevilla, incluido un gol anulado a Koundé (centímetros de pelo por delante de Kolarov quizás). Porque tocando y tocando desarbolaba a la Roma, acababa entrando Navas, apareciendo Ocampos, o Banega.
Solo tuvo la Roma arreones de Carles Pérez, que salió en la segunda mitad. Pero la realidad fue que el Sevilla debió y pudo marcar más tantos y hasta golear a una Roma que había acabado por todo lo alto en la Serie A y que en manos sevillistas fue un pelele, un pelele de glamour en manos del pentacampeón. El Rey de la competición está aquí. El Sevilla quiere su trono.
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DIOS SALVE AL REY...VAMOS MI SEVILLA....VAMOS PENTACAMPEON
Vamooooooooo traedlllaaaaa aa sevillaaaa ...vaya repaso....mini estadiooooo monnnn guiiiiiiiiiiii arañate la cara jajajajajajajajaja monnnn guiiiiii a 29 y er 15
Vaya espectáculo de equipo. Hacía tiempo que no veía jugar un equipo así. Vaya repaso. Resultado corto corto. Enhorabuena.