Si Éver Banega y Lucas Ocampos conectan, pasan cosas mágicas. La conexión argentina encontró la llave para desbloquear la solidez de la defensa del Wolverhampton, golpeándole donde mejor se defiende.
Cuando el partido parecía destinado a irse a la prórroga, Suso vio a Banega y sacó el córner de inmediato. El centrocampista se tomó el tiempo necesario para pensar y colgó un centro tenso al corazón del área. Ahí apareció Lucas Ocampos, que peinó de forma mágica la pelota para hacerla imposible para Rui Patricio. Un gol que vale una semifinal continental.
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Ocampo no peina la pelota, gira el cuello y la manda donde quiere. Darle vacaciones al becario