El Sevilla ha logrado ante el Rennes una magnífica victoria, que da valor además al empate en la primera jornada ante el Chelsea y encarrila el camino en esta fase de grupos de la Liga de Campeones. El equipo de Lopetegui fue superior de principio a fin al conjunto francés, que llegó sin Camavinga y sin Nzonzi, y el pequeño gran pero fue que solo ganó por un gol de diferencia. Un 5-0, un 6-0... realmente no habría extrañado en absoluto, porque el número de ocasiones que generó el conjunto hispalense fue abrumador, indecente incluso. Dos palos, remates de todos los colores, llegadas por fuera, por dentro, en robo, en combinación, en acción individual... el Sevilla desbordó y desarmó al Rennes y le pudo hacer un auténtico destrozo que se quedó en una victoria, buena sin duda, pero corta porque representa que el Sevilla atraviesa o sufre una falta de precisión arriba peligrosa.
Pero esa falta de pólvora no debe tampoco tapar el auténtico arsenal de juego que atesora este Sevilla, sobre todo en una noche en la que todo el equipo estuvo enchufado, en el que todo el equipo sumó arriba y abajo, y en el que los sevillistas se comieron a sus rivales. Desde el espectacular partido de Koundé, que mutó en el mejor Koeman en el desplazamiento en largo, la fiabilidad de Diego Carlos, con anticipación, cruce, juego aéreo... a la seguridad de Fernando. Y continuando por un Navas que puso varios balones de gol al área y por un portentoso Acuña. Unas líneas de detenimiento en el argentino, que dio la asistencia de gol y que completó un partido que promete y convence, por lo que es y por lo que puede seguir siendo. Quizás sea menos explosivo que Reguilón, pero su buen toque de pelota lo convierte en una salida de pelota aseada por la izquierda, y luego sus llegadas quizás sean menos, pero son más medidas. Puso un balón de oro en el 1-0.
Continuemos por la buena labor del mediocampo. Óliver y Jordán estuvieron muy activos en el robo, en la presión, pero también en la transición y la llegada, y la pena fue que no remataron sus acciones con un gol. El ex del Oporto, que además entró por Rakitic en el once, estuvo muy activo y ambos acertados en las transiciones largas. Estuvieron asistidos en los pases largos de lujo de Diego Carlos y Koundé. Y para acabar, Munir y Ocampos. Los extremos llegaron, remataron y participaron, pero los dos pudieron llevarse a casa el balón de un hat-trick si hubieran estado acertados. Entre el palo y la puntería, se quedarond e vacío. Pero no De Jong, que completó un gran encuentro y además se convirtió en un centrocampista más cuando se le necesitaba y un delantero de oro, porque su gol valió los tres puntos. La cogió tremenda en el pase de Acuña.
El caso es que el Sevilla con actuaciones individuales completó un gran partido colectivo. De lo mejor de esta temporada. La espalda del Rennes la ocuparon a la perfección los sevillistas con continuas diagonales y desmarques, incluso desde los laterales con Acuña y Navas. Luego la movilidad de De Jong generaba espacios y desde segunda línea los balones filtrados fueron con mucho sentido.
El Sevilla fue muy, muy, muy superior. Y eso le dio para ganar, que no es poco. Una alegría con un pero, el de los goles que debieron caerle al Rennes.