Lo que no viste de la mano de Lenglet: del señorío del Papu y Rakitic con el árbitro a la presión de Piqué y Messi

El Barça-Sevilla tuvo dos acciones polémicas que permanecerán para siempre en el limbo de la impotencia, en este caso sevillista. La no expulsión de Mingueza en el penalti a Ocampos y, sobre todo, la mano de Lenglet en la prórroga que pudo cambiar el destino de ambos equipos. Fueron unos segundos interminables para el colegiado, Sánchez Martínez. Desde que se produce la acción hasta que toma la decisión de que no habrá penalti a favor del Sevilla FC. Momentos de tensión para todos los protagonistas.

Rakitic es uno de los primeros en acudir a las inmediaciones del lugar en el que se encontraba Sánchez Martínez. El colegiado murciano sabía la que se le venía encima. Señalar otro penalti al FC Barcelona que le pudiera costar la eliminación le pondría en la diana mediática para los restos. El croata no quiso presionarle y se quedó con las manos cruzadas tras su espalda esperando. Piqué, que sabía que su compañero le había dado con la mano, enfureció y vio la amarilla por ello. Mientras, el Papu Gómez intentaba controlar a uno de sus rivales, Moriba, quien también iba flechado hacia Sánchez Martínez para pedirle que no pitara el penalti de su compañero.

El tiempo que tardaron los colegiados del VAR en examinar la decisiva acción hizo que Messi acudiera también a presionar al colegiado. Su ascendencia le permitió ponerse justo delante de Sánchez Martínez para reclamarle falta de Ocampos en dicha jugada por elevar demasiado la pierna. El árbitro, que amonestó a un sinfín de jugadores por sus protestas, no lo hizo con el astro argentino, con quien dialogó amablemente.

Mientras, en la banda, Julen Lopetegui se desesperaba. El técnico sevillista aún rumiaba la impotencia de ver cómo Mingueza no había sido expulsado en la acción del penalti a Ocampos. Gritó desde la banda como un poseso al ver la repetición de la jugada de la mano en el monitor. El colegiado seguía sin tomar la decisión y Piqué aprovechó para insistir desde lejos: "¡Venga, árbitro, venga!". Cuando decidió que no había penalti, Lopetegui no se lo podía creer y le señalaba al cuarto árbitro el videomarcador, donde se vio claramente la acción de Lenglet. Koeman sonreía y De Jong, el sevillista, era expulsado por aplaudir irónicamente la decisión.