Quedan ocho partidos y sigue siendo una quimera, pero con 24 puntos por disputar el Sevilla FC se planta en la jornada 30 a seis puntos del liderato. Julen Lopetegui es de los que se apunta a la teoría de Luis Aragonés de que lo importantes es llegar al momento decisivo con opciones. Y esta vez sí, los nervionenses lo han conseguido. Los tres puntos en Vigo hacen del colchón del cuarto puesto uno de esos de nueva generación en el que el descanso está asegurado. Mirar para arriba da miedo, pues están los lobos de Madrid y el de Barcelona, acostumbrados a las presas mayores.
Pero, ahora sí, el Sevilla baila muy cerca de ellos. Deseosos de hincarle el diente y acabar con él, pero con el respeto que se merece quien afronta las batallas con la valentía del que sabe que es difícil, casi una quimera, pero no imposible. Y baila cerca de ellos porque está empezando a bailar como el Papu, el fichaje más mediático del mercado invernal en España, y que poco a poco va ganando su peso en el equipo que nunca se rinde. Él tampoco se rindió y el error de Aidoo lo convirtió en una oportunidad de oro de hacer historia. Y todo en un partido que, analizado fríamente, resultó bastante malo en casi todos los aspectos. De ahí el 3-4 final. Resultado que entretiene al espectador y enerva al entrenador.
Lopetegui tiró del once de gala, metiendo únicamente a En-Nesyri por De Jong respecto a los que bordaron el partido ante el Atlético de Madrid. Pero su apuesta habitual por el clásico cerrojo de seguridad tornó en una defensa de mantequilla por la que entraban como cuchillos los siempre movidos delanteros celestes.
Los primeros minutos fueron muestra de cómo transcurrió la primera mitad. El Celta de Vigo con mucha intención y el Sevilla algo dormido. Pero la primera vez que los de rojo superaron la alta presión olívica provocaron un córner, lo sacó Acuña y Koundé remató a placer aprovechando la defensa de circunstancias del rival. Que una defensa de circunstancias del Celta es mucho decir.
Si el sevillista pensó que estaba ante una victoria placentera, los ex que juegan ahora de celeste se encargaron pronto de hacerle ver que no iba a ser así. Avisó Aspas y minutos después convirtió el penalti del que fue objeto Santi Mina tras una asistencia espectacular de Nolito. Sumando a Denis Suárez, los tres lo bordaron ante su exequipo, algo que desgraciadamente para el Sevilla es habitual.
El golpe fue duro y peor aún tras una falta ridículamente sacada que se convirtió en contragolpe y el segundo gol de Aspas. Los de Nervión no reaccionaban y el partido de embestidas que proponían los locales se le hacía un mundo. Apenas enlazaba jugadas y el control de la pelota era una utopía, mientras que las rápidas salidas olívicas hacían sufrir a una defensa desconocida y descoordinada.
Con suerte, Fernando puso el 2-2 después de una buena combinación en el centro del campo y uno de esos anhelados chuts lejanos en los que puede pasar de todo. Y pasó. La pelota golpeó en Aidoo y besó la red ante la desesperación de Iván Villar.
Pero el partido estaba en el plan de Coudet y el Sevilla no fue capaz de salir de él aún con el empate. A los vestuarios se llegó con justa ventaja celeste con otro gol evitable. Un fallo estrepitoso de Rakitic en el centro del campo propició otra contra, Brais Méndez, que había recuperado la pelota, aprovechó el servicio de Denis para atravesar una defensa estática y plantarse delante de Bono.
Había que mejorar mucho para ganar, y el Sevilla entendió que la manera de hacerlo era provocando que la endeble defensa celtiña ganara protagonismo en el partido, en detrimento de sus muy buenos atacantes. Se tranquilizaron algo los de rojo y poco a poco jugaban más cerca de la portería de Villar. Cuanto más rondara la pelota por allí, más opciones había de que algún defensa fallara. Y fallaron. Dos veces.
Había que mejorar mucho para ganar, y el Sevilla entendió que la manera de hacerlo era provocando que la defensa olívica ganara protagonismo en el partido en detrimento de sus muy buenos atacantes.
Al cuarto de hora del segundo acto, Rakitic se resarció de su error empatando el partido en una acción muy mal defendida que acabó en un remate franco del croata. Lopetegui sabía que la manera de llevarse los tres puntos era echando al Celta hacia atrás. Por ello entró De Jong, más estático pero más difícil de defender por alto. Buenos minutos del holandés.
Aunque la zaga sevillista también seguía irreconocible, el Sevilla templaba el partido y se agarraba a un nuevo error que, casi seguro, iba a llegar. Ocampos combinó bien con el Papu, el argentino luchó la pelota forzando el fallo de Aidoo, lo que le dejó en su zona de confort. En la frontal del área y con el esférico en la zurda, chutó entre los tres palos y fue suficiente, porque Iván Villar colaboró para que el Sevilla bailara como el Papu en un partido de locos. Para que los de Nervión bailen entre los lobos que se juegan el título.
Otra semana sin creaturitas pululando y diciendo chorradas juasjuasjuasjuasjuas seguimos creciendo y sumando y los demás ke miren cómo se hace, saludos desde los puestos Champions y recuerdos de en-nesyri
Repite conmigo Mayulaaaaaa bailaaaa como el papuuuuu ya estamos A!4 juasjuasjuasjuas saludos de Ennesiryyyyy