El 17 de marzo de 2005 el Sevilla FC caía tristemente eliminado de la Copa de la UEFA en Parma en un partido muy pobre. El equipo nervionense había vuelto a Europa después de muchos años. Aquello se celebró en la Puerta de Jerez tras vencer al Osasuna en un partido épico, y semanas antes del partido que nos ocupa también se festejó con gran alegría haber eliminado al Panathinaikos con un gol de Makukula y otro de Adriano Correia en los últimos minutos.
En el Ennio Tardini jugaron aquel día Esteban; Sergio Ramos, Pablo Alfaro, Aitor Ocio, David Castedo; Jesús Navas, Martí, Renato, Adriano; Baptista y Antoñito. Salieron desde el banquillo Daniel Alves, Darío Silva y Kepa Blanco. Cardone marcó un gol en el minuto 19 y el Sevilla de Joaquín Caparrós quedó eliminado con la sensación de haber podido hacer mucho más.
Ya desde casa, vio como el Parma se plantaba en semifinales tras eliminar al Austria Viena. Perdió con el CSKA de Moscú, que acabaría siendo el campeón en Lisboa ganando a un Sporting de Portugal que jugaba en su estadio.
Por aquel entonces, el Parma era todo un bicampeón de la UEFA, un club de los que se habían ganado el respeto en la competición tras sus dos entorchados en la década de los 90. 15 años más tarde el equipo nervionense le triplicaba en títulos.
Aquel día, el Sevilla, perdiendo ante ese equipo con más historia que presente y muy poco futuro, aprendió a ganar. Durante muchos años, hasta que en 2011 lo hiciera el Oporto, no volvió a perder una eliminatoria en la competición. De Parma salió viva la columna vertebral de un Sevilla campeón que allí se engendraba.
Tres lustros más tarde, todo ha cambiado, pero sigue habiendo una cuenta pendiente. El lunes el Sevilla dijo adiós al sueño de ganar LaLiga Santander tras 75 años sin hacerlo. Otro triste partido ante el Athletic Club le apartó de un camino solo reservado para los más grandes del fútbol patrio.
Sin embargo, la otra lectura es que después de perseguirlo durante muchos años ha llegado al último tramo de la escalera hacia la gloria liguera. Se ha tropezado al no estar acostumbrado a ella, pero del rellano no ha pasado en su caída.
Después de perseguirlo durante muchos años, el Sevilla ha llegado al último tramo de la escalera hacia la gloria liguera. Se ha tropezado al no estar acostumbrado a ella, pero del rellano no ha pasado en su caída.
Mañana, se volverá a levantar y volverá a perseguir a los más grandes. Mañana el Sevilla estará de nuevo ahí, peleando por el sueño y con la experiencia de ya haber encarado antes esos peldaños definitivos. Mañana, quién sabe, puede ser la próxima temporada.
Muy buen artículo, gracias por compartir tan gráficamente este lado tan positivo de la situación.