En el fútbol, al igual que en muchas facetas de la vida cotidiana, todo queda supeditado a las cifras o números. En el mundo del balón están de moda las estadísticas, dejando prácticamente en un segundo plano lo que transcurre sobre el terreno de juego. Lucas Ocampos afronta su tercera temporada como sevillista, dejando registros, en lo que a números se refiere, muy dispares en sus primeras experiencias en España.
El extremo sevillista volvió a ser uno de los fijos de Julen Lopetegui durante la pasada temporada. Sin embargo, en su segundo ejercicio no pudo acercarse a las cifras goleadoras de su debut en España. Ocampos llegó al Sevilla FC en julio del 2019 y prácticamente comenzó a hacer goles desde que puso un pie en la capital andaluza. El de Quilmes logró anotar 17 tantos y cinco asistencias entre las tres competiciones en su primera temporada completa. Algunos de ellos tan importantes como los conseguidos en ambos derbis o el postrero gol ante el Wolves inglés que supuso el pase a Semifinales de una Europa League que días después alzaría en Colonia. Ocampos fue una de las sensaciones de LaLiga 19/20, un atacante de banda con un físico privilegiado que hacía diabluras por todo el flanco de ataque, tanto rompiendo hacia dentro como desequilibrando por fuera. Tanto fue así, que la UEFA le incluyó en el once revelación de la competición doméstica española.
La maratoniana y estelar primera campaña de Lucas Ocampos apenas le brindó dos semanas de vacaciones. En menos de lo que dura un pestañeo, el extremo pasó de conquistar el entorchado europeo a anotar ante Manuel Neuer el primer tanto del Sevilla en la 20/21. Parecía que nada había cambiado para el futbolista argentino, hasta que el cansancio y la fatiga, tanto física como mental, aparecieron. Y esto se ha visto finalmente reflejado en sus números, pues anotó ocho goles y repartió cuatro asistencias en su segunda temporada en Nervión. Para colmo, una vez finalizados los compromisos con el Sevilla, Ocampos se cayó de la lista definitiva con la que Argentina disputaría, y finalmente ganaría, la Copa América. Un duro colofón a su temporada.
En el caso de Lucas Ocampos hay que lanzar la mirada un poco más allá de lo meramente numérico. Es una obviedad que la aportación goleadora del argentino decayó y quizás no cumplió con las expectativas generadas, pero su nivel e influencia en el juego se vio incluso incrementada.
Cuando el conjunto de Lopetegui tenía dudas en los encuentros, cuando no conseguía superar las altas presiones de sus rivales, cuando necesitaba un respiro y desahogo arriba... ahí aparecía Lucas Ocampos. El de Quilmes agarraba la pelota y superaba líneas con una facilidad que no concordaba con el mínimo descanso que sus piernas habían gozado en más de un año y medio de competición. La aportación de Lucas Ocampos, esa que tanto necesita el Sevilla, no puede resumirse solo en números. Aunque, tanto el club como el propio futbolista, esperan que en esta tercera campaña el pura sangre argentino vuelva a recuperar su acierto de cara a portería.
Yo confío en él, sé que volverá a ser el que era en su primera temporada, solo hay que darle cariño, apoyo y confianza.
Completamente de acuerdo con el comentario anterior. Todo fue traer a Suso y cambiar a Ocampos a la banda izquierda y empezar a rendir poco. El 90% de la responsabilidad es de Lopetegui.
La única diferencia es que el primer año jugó en la banda derecha y se entendía a la perfección con Navas y el segundo lo ha jugado por la izquierda donde no está tan comodo.