Cuando uno tiene un portero tan bueno como Bono y un suplente de la categoría de Dmitrovic, puede vivir los partidos con la confianza de que bajo el arco hay un seguro de vida. Pero tampoco hay que abusar, y eso es lo que lleva haciendo el Sevilla FC mucho tiempo.
¿Recuerdan aquella triquiñuela de los reventas con las que intentaban sacar un buen pico por una entrada usando de señuelo un bolígrafo? Ahora como apenas hay venta, pues menos aún reventa. Pues el Sevilla parece que ha puesto un anuncio, pero en este caso le da igual lo que ingrese, pues está loco por regalar penaltis a diestro y siniestro.
En lo que va de semana van cuatro, y Diego Carlos vuelve a destacarse en numero de veces que ha mandado al rival al punto fatídico, en el que sin duda es el gran lunar de un magnífico defensa. Cuatro penaltis de lo más absurdos, cuatro problemones que Bono ha solventado en tres cuartas partes, porque aunque los del Red Bull Salzburgo no los paró como el de este domingo en Anoeta ante la Real Sociedad, su presencia bajo palos también contribuyó para que Adeyemi y Susic no acertaran su pena máxima.
Por seguir con los penaltis, a Bono le han tirado 16 penaltis desde que está en el Sevilla, y de ellos diez han sido gol y seis no han entrado, un 37,5%. A los tres de esta semana se suman los que paró a Raúl Jiménez en la Europa League de 2020, y a Fekir y a Joselu en la pasada Liga. A Oyarzabal, por cierto, ha sido el primer portero en pararle un penalti. El vasco ha metido 15 de 17 y el siguiente se marchó fuera.
A Bono le han tirado 16 penaltis desde que está en el Sevilla, y de ellos diez han sido gol y seis no han entrado, un 37,5%.
Hubo una época en la que el Sevilla no metía una pena máxima, a lo que Maresca contestó: “cambiamos un penalti por tres saques de banda”. Ahora, el Sevilla no para de hacerlos, y todos son evitables. Aunque está Bono, hay que mirárselo.