La FE inquebrantable del Sevilla

Seguridad por lo que siempre está por llegar, confianza en el horizonte, avalados por un pretérito que permite fantasear con la certeza de un edén futuro. Eso es la fe. La esperanza personal, la creencia en que algo bueno llegará. También la capacidad de sufrir, la habilidad de esquivar el plomo, la sufrida virtud de no reblar y caer alanceado pero jamás morir.  Y en el Sevilla FC tienen motivos para agarrarse a esa fe.

La de un equipo que cree, que pelea, que lucha. Un plantel que jamás se rinde, al que le excita caminar por el alambre para convertir lo inusual en hazaña. Lo avala la ilusión, también las sensaciones y lo que de verdad importa en esto del fútbol, los números. El equipo que menos goles encaja en LaLiga. Uno de los tres únicos que no han perdido. Segundo y a la estela del liderato... con un partido por jugar.

Un bagaje que invita a pensar en algo grande, porque los sueños solo son reales para los que lo trabajan. Y de eso este Sevilla FC sabe más que nadie. Pronto es, claro. Pero argumentos hay y razones también para ansiar el premio que se otorga en junio. Nadie lo nombra pero todos lo anhelan. ¿Y si...?

Ejercicio de resistencia del Sevilla

Ante el Espanyol la historia volvió a tener final feliz. Eso sí, conllevó un tremendo ejercicio de resistencia... pero del sufrimiento han de emerger las almas más fuertes, toda vez que los personajes más grandes están cubiertos de cicatrices. Este Sevilla tiene el suficiente empaque, la efectividad necesaria, la solidez adecuada, la siempre exigible casta y coraje, el hambre que se reclama y la ambición de un equipo que quiere ser campeón. Se rebela ante los obstáculos. Sabe sufrir, aguantar los arreones y encontrar la luz donde solo se atisban tinieblas. Argumentos más que suficientes como para soñar en grande.

En su mano está encontrar la regularidad, corregir ciertas desconexiones y ser más resolutivos. Claro que no es fácil. Ni siquiera debería ser una obligación pero sí el intentarlo. Porque lo lleva en la sangre, siempre quieren más. Del Sevilla, y únicamente del Sevilla, depende dar el paso adelante que tanto se le reclama. Perdiéndole el respeto y rebajando el miedo a lograr algo (más) bonito.

Solo hay que rondar las gradas del Sánchez-Pizjuán para palpar el (bendito) nerviosismo de su gente. Esa sonrisa cómplice de las gradas. Vuelan banderas con las palmas a compás. Volvieron los abrazos de gol y el éxtasis que genera el triunfo, la tranquilidad que se encuentra cuando no se falla... Una hinchada ilusionada con su Sevilla. Como para no estarlo. No pierdan la fe y cuidado con soñar demasiado fuerte... A veces se cumple.