Volvió la vida, regresó la fiesta, se inundó de alegría el Sánchez-Pizjuán. Las gradas de Nervión recuperaron este domingo el fervor de antaño, el júbilo de siempre, el regocijo suficiente para hacer bailar a su equipo al compás que marcaban las palmas. Ya lo dijo el gran Eduardo Galeano, jugar sin hinchada es como bailar sin música. Y eso es lo que precisamente hizo un Sevilla que danzó al son que dictaban sus aficionados, los de la casta y el coraje. Porque recuerden, el fútbol no sería nada sin sus seguidores, los mismos que hoy devolvieron el alborozo que tanto había perecido estos años. Porque nadie quiere a su club como los sevillistas y ninguna entidad necesita tanto a sus hinchas como el Sevilla.
Para disipar una duda, cualquiera, se necesita una acción. Y el Sevilla, a través de un amplio abanico de argumentos, brindó una versión suficiente como para descomponer la incertidumbre de un golpetazo. Cierto es que no fue impecable y no estuvo exento de errores, a veces condenado por su propio ímpetu, aunque en esto del fútbol únicamente importa el resultado. Un equipo valiente, atractivo, insistente, asfixiante. Un plantel que hizo valer su superioridad, que exprimió su efectividad y que demostró la capacidad innata que tiene para competir, para ahogar a los rivales, para decir 'aquí estoy yo'.
Y es que la receta del Sevilla, más allá de la calidad de su materia prima, atesora ingredientes suficientes como para maravillar al comensal, para que paladee el dulzor de su jugo. Hubo veneno. El de unos jugadores que muerden, un entrenador inquieto y el de una afición que arenga, atemoriza, presiona y reclama. Hubo gallardía. La de los menos habituales, la de los actores secundarios, la de los reivindicados. Un triunfo gestado hasta en el hervor del recogepelotas. También hay sentimiento. En las lágrimas del aficionado, las palmas a compás, en las banderas ondeando. Y cómo no, compromiso. El de una plantilla que es una piña. Aquí todos suman. Del primero al último. Todos sueñan, todos pelean por un objetivo común.
Eso sí, ganar al Levante UD conllevó un tremendo ejercicio de resistencia... ¿No pedían espectáculo? Confusión, polémica, descuidos... Los errores propios dieron vida al rival y zarandearon sus propios fantasmas, pero si con algo disfruta este Sevilla es conviviendo con el sufrimiento. ¿Qué tan tranquila sería la vida sin un poco de adrenalina? Eso sí, en su mano está encontrar la regularidad, corregir ciertas desconexiones y ser más resolutivos. No es fácil, no, pero en su sangre lleva el gen ganador, la capacidad de querer siempre más. Del Sevilla, y únicamente del Sevilla, depende dar el paso adelante que tanto se le reclama.
Hoy, de momento, puede dormir líder de LaLiga... Perdiéndole el respeto y rebajando el miedo a lograr algo bonito. No hay que tener miedo a pensarlo, a nombrarlo, a soñarlo. Ya se dijo aquí una vez. No pierdan la fe y cuidado con soñar demasiado fuerte... A veces se cumple.
Algún día tendrá que ser y estamos en el buen camino,hay que estar juntos todos equipo,afición,entrenador y junta para verlo hecho realidad llevarnos algo grande y eso es la liga nos lo tenemos que creer no podemos desfallecer y tener esa fuerza mental todos y así lo conseguiremos hay equipo la mejor afición del mundo unos grandes profesionales a nivel internacional llevando las riendas que podemos pedir más.Animos a todos y pensar que se puede La liga,la Copa y la Copa de Europa. Porqué no.