Un crucero llamado Nervión

No es que sea un crucero el Sánchez Pizjuán porque la tarde haya sido lluviosa y porque hubiera que capear con el agua y el viento al mismo tiempo. Tampoco porque el Sevilla tenga un capitán de barco llamado Julen Lopetegui que este sábado ante Osasuna ha dado una auténtica lección magistral de cómo preparar y llevarse un partido. Nervión es un crucero porque en su estadio el Sevilla es una nave que camina recta, a un ritmo estable, que no encuentra obstáculos, que no encuentra piedras en el camino y si las encuentra las sortea. Nervión es un crucero porque en ese barco el Sevilla se encuentra a gusto, se encuentra en casa. Y porque como local ha cogido el equipo de Lopetegui una velocidad de crucero, cinco de cinco, 15 de 15, intratable hasta ahora, el mejor equipo del campeonato en su estadio.

Ayuda sentirse arropado por su gente, qué duda cabe. La vuelta del público ha traído al estadio sevillista un aliento más, un apoyo donde sujetarse en malos momentos y en el que volar en los buenos. Pero la realidad es que en casa el Sevilla es más seguro. No solo más atrevido, sino más seguro. Empezando por su entrenador. Lopetegui ha ofrecido este sábado una auténtica lección. Ante Osasuna, un equipo que no había perdido fuera de casa, planteó un partido no a lo loco, sino templado, acelerando ciertas fases del juego en las zonas que se debía, para que no penalizaran las pérdidas, hizo que el Sevilla fuera ganando terreno poco a poco y en realidad controló el partido, con la excepeción de 10 minutos en la primera mitad, al completo. Fue un periodo casi accidental, con faltas, interrupciones, en los que el Sevilla no encontró la pelota. Pero Bono fue un mero espectador en el encuentro. Nunca vio amenazada su portería el equipo nervionense.

Luego, encontró los dos goles en una jugada a balón parado, donde Diego Carlos empieza a ser en ataque el coloso que es en defensa, y una lucha de Ocampos que por fin tuvo su premio. Pero realmente pudo encontrarlo de muchas formas en el juego. Un cabezazo de Rafa Mir, un balón al palo de Jordán, posiciones de disparo cómodas en la primera mitad y contras peligrosas en la segunda con espacios que no supo resolver con acierto. Merced a unas aceleraciones del juego muy medidas y a veces en espacios reducidos, pues Osasuna no dejaba mucho más. Delaney, Jordán y hasta Rakitic mostraron mucha precisión en zonas trascendentes del campo y eso ayudó al ataque y a la defensa, pues a pocas pérdidas, pocas sorpresas. El caso es que el Sevilla mostró una imagen de seguridad y solvencia que recuerda a sus mejores versiones, puede que no las más brillantes, pero sí las más seguras.

Para colmo de bienes, este sábado pudo incluso Lopetegui dar descanso durante gran parte del partido a jugadores como Fernando, Navas y Suso, pues el técnico vasco efectuó algunas rotaciones, y con buena respuesta, salvo por la mala suerte de la lesión de Montiel, que tuvo que ser sustituido en la segunda mitad.

El Sevilla mantiene un ritmo frenético en la cabeza de la tabla y sigue igualado a puntos con el Real Madrid y soplando el cogote del líder Real Sociedad. Cuando juega en Nervión, el barco va viento en popa.